Hoy nos hemos pegado un buen madrugón para asaltar la cumbre de la Cervigona. Excepcional paisaje; nacimiento de una río, Jevero, que nos da la vida; meandros que sortean sinuosos los alisos que luchan con las rocas pizarrosas del terreno creando bellas pozas y gargantas de aguas gélidas. Desfiladeros que cortan el horizonte a los que se agarran los quercus y las madroñeras, entre los que sobreviven especies cinegéticas oriundas de una Stremadura milenaria.
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