Arropados por la niebla, con un silencio autoimpuesto; avanzan por caminos de lodo y piedras hombres y mujeres recias, templados por la sobriedad de roquedales que sustentan sus hogares. Hogares, almacenes de mercancías transfronterizas. Comercio perseguido, avaricia fiscal, criminalización social…..
Aún se alzan orgullosas las defensas y las torres de su fortaleza, aquella que guerras pasadas no consiguieron destruir. Unos muros levantados con el sudor de las gentes de Eljas y en numerosas ocasiones teñidos con la sangre de estos.
Calles que hurgan entre inmensas moles de granito con el único fin de encontrar una salida. Pendientes a uno y otro lado que sirven de aliviadero de aguas de lluvia que sacian la sed de los campos lagarteiros.
Lengua ancestral que hunde sus raíces en tiempos remotos. Siglos de luchas, confluencia de lenguas, riqueza de lenguaje, mestizaje, sociedades nuevas herederas de un rico pasado escrito con gruesas letras en los surcos de la tierra.
Eso es Eljas y sus gentes.
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