Muy a mi pesar tuve que salir zumbando de Acebo el Viernes Santo por la tarde; pero después de grandes esfuerzos y de sacrificar el pasar un buen rato con mis amig@s aceban@s la mañana del Viernes Santo me decidí a explorar uno de las pocas cumbres que me quedaban por conocer en Acebo, La Atalaya.
Monte con una toponimia evocadora de un pasado arábigo, sin embargo no atesora en Él nada de los descendientes de Profeta; pero eso no implica que no sea una las cumbres más vírgenes de Acebo y desde la que se puede divisar un paisaje excepcionalmente bello sin necesidad de realizar un esfuerzo físico inhumano.
La mayor parte de la presencia humana en sus laderas se limita a las marcas de las cuñas que los canteros dejaron en esas bellas rocas berroqueñas de su cumbre.
Las imágenes que tomé hablan por si solas.
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