domingo, 19 de abril de 2020

DE VIAJE AL AZEVO

En cierta ocasión una familia acebana se decidió a realizar su habitual viaje estival a Acebo contratando los servicios de un particular que se ganaba la vida llevando y trayendo gentes de Sierra de Gata a Madrid.
La familia había preparado las maletas y todos los jachiperris el día antes para que no se les olvidase nada y así pasar lo más a gusto posible las vacaciones de verano en su pueblo. 
A las 7:00 horas, tal y como habían convenido con el condutor, éste se presentó en el domicilio de sus clientes. No tuvo que esperar porque toda la familia se encontraba nerviosa desde hacía media hora en el portal del edificio con todos los tarecos preparados para montarlos en el coche.

-¡Buenos días!-saludó el cabeza de familia con efusividad.
-Buenos días -contestó el conductor- vamos a ir cargando
las cosas en el coche.

Poco a poco las maletas, cajas y enseres fueron acoplándose en el automóvil. Cuando ya parecía que habían acabado, el miembro más pequeño de la familia apareció frente al conductor y a su padre con la jaula del canario.

-¿Pero Guillermo ondi vas con el pájaro? ya te dije que 
se lo dejases a la vecina.
-Pero papa es que yo me lo quiero llevar al pueblo y si él 
no va yo tampoco.
- Hay que jodersi con el jodio dagal lo caprichoso que ha salió
 -refunfuñó el padre delante del conductor.
-¿Y no tienen a nadie a quién dejarselo?-preguntó el condutor
con voz preocupada.
- Que va, la vecina a la que se lo íbamos a dejar se ha ido sin avisar.
Y el crío es que ha salido igual de caprichoso que mi suegro.

La madre que se encontraba comiendo una perronilla con su hija pequeña escuchó el comentario de su marido y casi añulgándose, en un ataque de rabia, le quió la jaula a su hijo Guillermo de las manos y le espetó a su marido que el pájaro iba con ellos a Acebo.
El conductor y el cabeza de familia no se atrvieron a contradecirla y ella roja como un tomate y respirando con dificultad, porque aún no había conseuido masticar del todo la perronilla, puso la jaula en la baca del coche y la ató fuertemente con una cuerda.

-¡Ya está solucionado el problema! ¿Habéis visto que rápido
lo he arreglado?

Todos se metieron en el automóvil y comenzó un largo viaje que en aquella época duraba unas cinco horas. Sobre las doce y media llegaron al pueblo del Azevo. Hacía un día perfecto, soleado y con una temperatura perfecta. 
De inmediato todos se bajaron del coche y comenzaron a sacar las maletas y todos los jachiperris que llevaban. Guillermo se subió al asiento del coche y desató la jaula de la baca. Cuando puso el pie en el suelo pudo comprobar que la jaula estaba vacía. De inmediato se fue a su padre y a su madre y enseñándoles la jaula les preguntó ¿Dónde está el pájaro?
Los padres se quedaron mudos y Guillermo no recibió contestación alguna; aunque con el tiempo comprendió que la fuerza del aire arrancó a su mascota con violencia de la jaula que había sido atada a la baca del coche.




*Esta historia, como todas las contadas en este blog, es absolutamenete veraz  y Guillermo todavía recuerda la anécdota con gracia y salero.



sábado, 18 de abril de 2020

OBITUARIO

Llevo un tiempo sin escribir nada en este libro de bitácora en el que se ha convertido este insigne blog. Me fijé como objetivo publicar una nueva entrada, como mínimo, una vez al mes cuando inicié esta singladura blogera por todos y cada uno de los rincones de la tierra de mis antepasados.
El motivo de este impás no ha sido otro que el fallecimietno de la principal fuente de la que he bebido durante toda mi vida para poder documentar mis trabajos narrativos, mi Padre. El 18 de enero de 2020, el día que yo cumplía medio siglo de vida, me abandonó la persona que desde pequeño me contaba viejos relatos e historias de su amado pueblo Acebo. Él me descubrió paisajes, personajes y lugares ya olvidados para buena parte de la ciudadanía acebana. Historias, anécdotas, vivencias y personas que enriquecieron en una época la tradición oral acebana y conformaron la idiosincrasia de unas gentes recías, trabajadoras, orgullosas y ambiciosas que en plena juventud decidieron romper las cadenas que durante siglos habían encadenado a sus antepasados a unas condiciones económicas y sociales dignas de los Siervos de la Gleba. 
El dolor, como siempre que alguien pierde un ser querido, fue y sigue siendo tremendo; este 2020 son muchos los hogares del mundo que están sufriendo igual que yo. Pero al final me quedo con todo lo bueno que me enseñó y los buenos momentos que pasamos juntos además de haberme enseñado a ser una buena persona y un amante de su pueblo Acebo y de su orgullosa Extremadura.
Afortunadamente le pudimos enterrar en la tierra de sus antepasados, cerca del barrio que le vió nacer y en el que dio sus primeros pasos; el día de fiesta que más le gustaba a él, El día de San Sebastián, rodeado en la iglesia de amigos y familiares que acudieron en masa a despedirle. Porque "Polvo somos y en polvo nos convertiremos" pero el polvo siempre tiene que volver al lugar del que salió.


Foto cedida por Paco Corrales

Intentaré seguir siempre la máxima que le guió en la vida y que nunca se cansó de repetirme:

Haz el bien y no mires a quién