Jesús González
Arroyo nació en Acebo en 1897 en el seno de una familia de larga tradición
militar; su hermano Alfonso González Arroyo llegó a ser Coronel de la Guardia
Civil y Doctor en Derecho.
Su juventud transcurrió en un
pequeño pueblo de provincias, que por aquel entonces figuraba entra las zonas
más deprimidas del norte de la provincia de Cáceres. Una vez descubierta su
vocación militar durante años su vida se desarrolló bajo la férrea disciplina
militar de las academias de la época, en las que imperaba la mentalidad
prusiana.
Con motivo de la inestabilidad
del Protectorado Español del Norte de Marruecos el joven teniente es destinado
junto con su Regimiento, San Fernando 11, a la defensa de la sitiada Melilla a
manos de Abd el Krim.
Las tropas españolas mal
aprovisionadas y peor dirigidas por unos mandos que menospreciaron la capacidad
bélica de las fuerzas indígenas de la zona del Protectorado comandadas por el
cabecilla Abd el Krim, se adentraron varios cientos de kilómetros en el
interior del norte de Marruecos. Los blocaos y las pequeñas fortificaciones en
las que se parapetaron las diferentes unidades españolas para hacer frente a
las fuerzas insurgentes nativas fueron insuficientes para detener un avance que
amenazaba con tomar Melilla. En ese contexto el joven teniente Jesús González
Arroyo, junto a varios miles de soldados y mandos militares se atrincheran en
la fortaleza de Monte Arruit, aguantando continuos asedios y golpes de mano, pero
la desmoralización de la tropa y la falta de agua convirtió la resistencia en algo inútil, así como el intento de
evacuar la fortificación con destino a Melilla. Finalmente fueron autorizados
el 9 de agosto a rendirse, pero cuando las tropas salieron de la fortificación
y entregaron sus armas a los rifeños, éstos procedieron a degollarlos vivos
sobreviviendo tan sólo 60 de los 3000 que se encontraban en la fortaleza.
Muchos de ellos fueron quemados vivos, castrados y despellejados. Entre todos
ellos desapareció, a la edad de 24 años, el joven teniente Jesús González
Arroyo, cuyo cadáver jamás sería localizado.