Por fin la Unión Europea, y más concrétamente La Carta Europea de las Lenguas Regionales, ha reconocido la existencia de la Lengua Extremeña como algo inherente al Pueblo Extremeño. En el siguiente enlace se puede leer íntegramente el informe de la Unión Europea sobre el Extremeño.
Desgraciadamente esa lengua, que cuando Yo era pequeño se podía escuchar hablar fluidamente por todos los pueblos y rincones de Sierra de Gata, ha ido desapareciendo paulatinamente; imponiéndose el castellano como lengua vehicular entre las sociedades de nuestros pueblos. Entre las causas de esa derrota lingüística se encuentran múltiples factores, pero quizás los que más han ayudado a la desaparición de la Lengua Extremeña en nuestra Comarca se pueden resumir en los siguientes:
-Altas tasas de emigración hacia otras Comunidades Autónomas
-Una élite intelectual Extremeña que ha despreciado la Lengua Extremeña
-Desinterés de las Administraciones Públicas Extremeñas por el Extremeño
-Ausencia de medios de comunicación en extremeño
-El fenómeno de la Aculturación en el seno de la Sociedad Extremeña y en la emigrada
-Un sistema educativo, el extremeño, que ha penalizado todo lo referente a la Lengua Extremeña
-La falta de conciencia y la indolencia de la sociedad extremeña en la defensa de su patrimonio lingüístico
Uno de los motivos por los que escribí mi primer libro sobre Acebo fue para evidenciar que la tierra de mis antepasados tenía una historia riquísima, entre la que había que destacar la lengua que Yo había escuchado hablar a mis familiares y amigos durante años y que incluso cuando Yo era pequeño también hablaba y por la que en aquel Madrid de la década de los setenta era calificado por mis compañeros de clase de paleto. Un paleto que hablaba una lengua centenaria y en muchos casos más culta que la que me enseñaban en ese colegio castellanizante y homogeneizador.
Recuerdo como mi madre tenía que ir al colegio a hablar con los profesores de lengua castellana para que tuvieran en consideración que nosotros veníamos de una una zona de España en la que no hablamos bien "El Español" y que por eso se nos daba tan mal esa asignatura. Nadie le había explicado a mi pobre madre que lo que se hablaba en casa y en el pueblo del que procedían de Extremadura no era "El Español" sino El Extremeño que habían hablado todos nuestros antepasados y que habíamos heredado de la cultura lingüística Asturleonesa.
Yo y mis hermanos tuvimos que pasar por esa travesía del desierto hasta que hemos sido adultos y hemos descubierto por nuestra cuenta que aquella lengua por la que éramos calificados de paletos era una de las muchas lenguas que se hablaban en la Península Ibérica y que tenía tanta antigüedad como el Castellano. No quiero ni pensar cuántos fracasos escolares ha habido en Extremadura y en el seno de los hijos de los emigrantes extremeños que no fueron capaces de superar la barrera lingüística que se encontraron en aquellas comunidades autónomas donde recalaron.
Vienen a mi cabeza, en un día como hoy, libros que me han dejado una profunda huella, en los que se denunciaba la situación de Extremadura y de los extremeños emigrados y como eran marcados por sus costumbres y por su habla.
Cacereño (Raúl Guerra Garrido)
Extremadura Saqueada (Ruedo Ibérico)