Llevo años detrás de rescatar los restos de mis muertos, esos muertos que esta pseudodemocracia ha decidido que deben permanecer tirados en las cunetas, pozos de minas, orillas de ríos y osarios anónimos de miles de cementerios de este País.
Mis muertos me hablan, me relatan sus historias, me lloran en la soledad de la noche, me piden que cuente sus traumas y sus luchas por cambiar este País de desagradecidos.
Sus familiares contactan conmigo por teléfono, correo electrónico o redes sociales como si yo pudiese aliviar tanto dolor, me siento impotente sin que ellos lo sepan. Para mí es una lucha constante, un predicar ante cientos de oídos indiferentes más preocupados por un materialismo y un narcisismo cínico que sólo se acuerda de nosotros cuando políticamente les somos útiles a sus intereses, o para desviar la atención de lo que realmente importa.
Sólo pedimos:
UNA SEPULTURA DIGNA Y EL DESCANSO ETERNO PARA ELLOS Y SUS FAMILIARES
FOSA DE LOS CARVAJALES
Desgraciadamente y muy a pesar de los cientos de intentos llevados a cabo por diferentes organizaciones y personas en la Fosa de los Carvajales, perfectamente documentada por mi amigo Ángel Iglesias Ovejero, no ha sido posible rescatar los restos de 11 vecinos de Sierra de Gata que fueron allí arrojados por sus asesinos entre los meses de julio de 1936 y octubre de ese año. Entre los restos que allí se encuentran, están los de la maestra de Acebo. Personaje anónimo del que según cuenta la tradición oral la trajeron de otro municipio cercano para ser violada, torturada hasta la muerte y para que posteriormente sus restos fuesen arrojados a esta fosa y así sirviesen de alimento a las alimañas.
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