miércoles, 1 de enero de 2020

SERRAGATINOS EN LOS CENTROS COMERCIALES DE MADRID


Corrían los años ochenta cuando llegó una nueva oleada de serragatinos a la provincia de Madrid atraídos por el trabajo en la construcción de un empresario de la Comarca que buscaba nuevas oportunidades para su negocio.
En uno de esos descanso de fin de semana un grupo de ellos decidió acercarse a uno de los centros comerciales que acababan de abrir por Colmenar Viejo. Una vez en ese templo del capitalismo cada uno se desperdigó por los diferentes pasillos deslumbrados por la multitud de objetos que se almacenaban en baldas y estanterías. Después de dos largas horas comenzaron a reunirse en una de las salidas del centro comercial para volver a su lugar de alojamiento. 




          O .¡Cagondiola, mira que jay cosas aquí!-le decía uno de los obreros al hijo del dueño de la                  empresa.
          T-¡Tooó, pu claru! es que estu es el futuru, es comu en América, ¿No lo has vistu en las                          películas?

Al poco ya se encontraban todos en la puerta del  centro comercial menos uno de ellos.

          T-Venga tos pal cochi que ya es tardi y mañana nos espera un día duru.
          O-Aguarda un minutu Toni que falta Zacarías.
         T-¿Ondi se ha metio ese gilipollas? venga que ca unu vaya por un lao a ver si lo                                    encontramus.

Después de veinte minutos de búsqueda infructuosa se volvieron a reunir en el mismo lugar.

          T- ¡Ná!, ni idea ondi se habrá metiu esti tiu.
          O- Lo peor es que se está haciendo tardi y ya verás mañana.
         T- Amos a buscar a alguien del comercio que sea capaz de echarnus una manu.

Todos se dirigieron al puesto de información y a la chica que se encontraba allí le pidieron ayuda.

        T- Buenas tardes señorita.
        E- Buenas tardes caballero, ¿En qué puedo ayudarles?
       T- Verá Usted es que hemos perdiu a un compañeru que venía con nosotrus y por más que lo              buscamus no semos capacis de encontrarlu entri tanta genti. ¿Nos poía ayudar?
       E- Bien, dígame el nombre y le llamo por megafonía.
       T- Él se llama Julio, pero tos nosotrus lo llamamus Zacarías y lo conocemus como Zaca el de               la Masa. Si Usted le avisa por el moti seguru que apareci.
       E- Bien, vamos allá. ¡Zaca el de la Masa!¡Zaca el de la Masa! sus amigos le esperan en                       información -se escuchaba en todo el centro comercial una y otra vez por megafonía ante                la  atenta mirada de los clientes que no entendía lo que ocurría.

Al rato aparecía "Zaca el de Masa" acompañado de un vigilante de seguridad por uno de los pasillos.
      
         T-¿Pero ondi te has metiu? llevamus la metá de la tardi buscandoti.
         Z-¡Tooó!¿Pues ondi me voy a meter? viendu los relojis, ¿Habéis vistu to los que tienin?
        T-Anda tira palanti que es pa darti de ostias y no parar hasta que llegasemus a casa. Gracias               señorita por su ayuda-Le dijo Tomi a la encargada de información del centro comercial.

Cuando iban saliendo por la puerta a Zacarías todavía le dio tiempo para hacer una brillante reflexión que despertó las risas de todos aquellos que le escuchaban.

         Z- Y mira que son listus los de esti comerciu que hasta sabían mi nombri y me han avisau                     por la radio que tienin porqui no me encontrabais.


Esta anécdota, como muchas otras, sucedió realmente entre un grupo de trabajadores de la Comarca de Sierra de Gata que trabajaban en la construcción en la zona de Manzanares el Real y Colmenar Viejo.


  






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