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viernes, 19 de enero de 2024

EL WOLFRAMIO EN ACEBO, El Lince con botas

 Los amigos del Lince con Botas hicieron caminar de nuevo a nuestro amigo el Lynx Pardinus por las tierras de un Acebo que siempre añora su presencia.

En esta ocasión vinieron para recordarnos a través de una de sus grabaciones el pasado minero de nuestro municipio, que fue todo un referente en cuanto a la producción de wolframio se refiere durante la década de los años cuarenta.

Con muy buen criterio hicieron un esfuerzo ímprobo para dejar constancia gráfica del testimonio de uno de los últimos mineros de wolframio de Acebo y muy probablemente de Sierra de Gata, Jesús Rodríguez Párraga.



Este documental, como todos los suyos, fue emitido por el Canal de Extremadura y sin duda alguna marcó un antes y un después en la memoria colectiva de los acebanos; ya que en los últimos tiempos el pasado minero de Acebo y sus gentes había caído en el más absoluto de los olvidos.

Esperemos que nuestro amigo El Lince con Botas nos siga visitando y recordándonos nuestro pasado y tradiciones. Mientras tanto seguiremos haciendo honor a nuestro lema:

Aceban@s 

Forjad@s con wolframio

Endulzad@s con sus naranjas

Y

Afinad@s con sus encajes



lunes, 29 de agosto de 2016

A VUELTAS CON EL WOLFRAMIO DE SIERRA DE GATA

Caspian Holdings Plc es fundamentalmente una multinacional británica que se dedica a la  explotación petrolífera en la zonas de Kazajastán, así como a la prospección y localización de yacimientos petrolíferos y de gas en las antiguas repúblicas caucásicas. Recientemente ha  ampliado su campo de actuación a Estados Unidos y además ha incluido entre sus líneas de negocio todo lo relativo a materiales básicos, incluyendo la minería.
Entre sus proyectos figura el denominado La Parrilla en Extremadura,  que se centra en tres concesiones mineras que cubren 1.000 hectáreas actualmente propiedad de Arypex S.l., una empresa privada perteneciente a la familia Bonilla; la cual tiene el derecho de explotación hasta el año 2068 de unas minas de wolframio en Almoharín. La licencia correspondiente y el tamaño de cada concesión es la siguiente:
Adelaida nº 7766: 80ha
Victoria nº 7768: 734ha
La Parrilla nº 7768-B: 186ha
Los responsables de la empresa esperan que la explotación de dicha concesión sea rentable en 12 meses, pudiendo dar empleo a 50 personas; además se cree que puede producir unos 36 millones de toneladas.
Históricamente cada vez que se reanudan las explotaciones de wolframio en España es debido a que existe, o se prevé, una carencia  de ese mineral en el mercado internacional; como sucedió durante la primera década del siglo pasado, o durante la segunda guerra mundial, o en el transcurso de la guerra de Corea y como ahora parece predecir Goldman Sachs. Quien prevé una futura carestía de este mineral, por la fuerte demanda de China, que actualmente produce el 75% de este mineral.
No sería descabellado, por tanto, que algún día viésemos algo parecido en Sierra de Gata; pues ya hay otra empresa interesada en reiniciar la explotación de otra antigua mina en Salamanca.
Sierra de Gata ha sido una zona históricamente productora de wolframio; ya durante la Primera Guerra Mundial se explotaron, que se sepa, una mina en el Jocino en Acebo y otra en la ladera norte de Jálama conocida por el nombre de Blanquita. La cuál era propiedad de un tal Julio Beltrant; a quien los vecinos de El Payo le hicieron todo tipo de trampas y extracciones ilegales en su concesión, lo que le llevó a la ruina. Posteriormente con la llegada de la Segunda Guerra Mundial y ante el bloqueo aliado del Océano Atlántico y la imposibilidad de los alemanes de acceder a los mercados iberoameriacanos y asiáticos de wolframio, éstos pusieron sus ojos en los yacimientos peninsulares; convirtiéndose, tanto Portugal como España en sus principales suministradores de este mineral estratégico.




Esta fuerte demanda de este mineral estratégico le generó al gobierno de Franco infinidad de quebraderos de cabeza para poder mantener su statu-quo entre los aliados y los nazis. Unos les proporcionaban alimentos y materias primas; y los otros divisas, productos químicos y herramientas. Y como moneda de cambio el Régimen utilizaba el suministro de wolframio a unos y a otros.
Esa necesidad de ese material por parte de los nazis y las compras estratégicas del mismo por parte de los aliados para evitar que lo adquiriesen los teutones, fue lo que provocó que el precio de este mineral se elevase hasta niveles hasta entonces nunca vistos. Ello enriqueció a infinidad de personas, tanto del stablishment franquista, como de aquéllas que trabajaron a pie de las minas.
Esa entrada masiva de dinero dio lugar a actos de picaresca como el de untar cualquier tipo de piedra con aceite y luego quemarla en el fuego para que aparentase ser wolframio. Los alemanes estimaron, una vez finalizada la guerra, que de todo el wolframio comprado tan sólo un 38% por ciento de éste era realmente wolframio. Los aliados lo compraban en ingentes cantidades que luego tiraban en alta mar; pues desconocían los 15000 tipos de aplicaciones para el que lo usaban los nazis. Además ese aumento de la masa monetaria local provocó un incremento de los precios en los productos básicos, inflación, en la mayor parte de los municipios. También se incrementaron los casos de corrupción, juego ilegal, alcoholismo, etc.
Dº Luis Camisón, antiguo farmacéutico de Torre de Don Miguel, recuerda que siendo niño veía como los mineros llegaban de la mina de trabajar, y después de haberse emborrachado en las tabernas de Torre, hacían ostentación del dinero ganado ese día. Y pudo observar también como algunos de ellos se encendían los puros comprados en el estanco con billetes de 5oo pts.
En otros casos nos relata Vicente Calderita, antiguo profesor del colegio de Acebo, como algún profesor de ese centro estuvo a punto de ser expedientado por un Inspector de Educación por haberse ido con sus alumnos a las minas de Jálama a buscar wolframio; ya que al ser su salario de maestro insuficiente se veía en la necesidad de complementarlo con el dinero obtenido en su oficio de minero.
Quizás por ello ese sabio coplero que fue Emiliano Martín Susaño, El Ciego de Perales, les recitaba a esos mineros una copla para que reflexionasen sobre ese maná que les había llegado y que seguramente, más tarde o temprano, llegaría a su fin, esta decía así:
Allá, en la Sierra de Gata,/ y en casi todos los pueblos,/Por cada kilo que sacan/le dan catorce durejos,/(así el que saca cien/¿Cuánto gana, compañero?)/ Minerito, minerito/Te voy a dar un consejo:/(que ni en vino ni en “coñá”/malgastéis vuestro dinero)/ Compra una casa y un huerto,/ o un olivar, por lo menos,/ (y, aunque la mina se acabe,/siempre podrás ir viviendo)/ Bendita Sierra de Gata,/ bendito sea nuestro suelo,/(benditos sean los hombres/ que en dicha sierra nacieron)/ Minerito, minerito…..
Las minas de wolframio de Sierra de Gata se dejaron de trabajar a mediados de la década de los años cincuenta del siglo pasado, permaneciendo en ese estado desde entonces; aunque han sido objeto de estudio en sucesivas ocasiones para ver la viabilidad de reiniciar su explotación con nuevos métodos, descartándose siempre esta idea por diferentes motivos.    
¿Qué nos queda de ese pasado minero en la Sierra? Pues aparte de infinidad de minas abandonadas en las que se dejaron la salud y juventud infinidad de nuestros antepasados, también quedan interesantes vestigios de arquitectura industrial, como el que existe en Perales del Puerto. Otros municipios de la vertiente salmantina de Sierra de Gata, como es el caso de Navasfrías, se han adherido al proyecto Mineral 2.0, Municipios Mineros de España. Esta localidad salmantina y vecina de la Sierra de Gata extremeña  presentó su pasado minero en la escuela de minas de Madrid en noviembre de 2010.
Este proyecto minero, Mineral 2.o, al que se deberían adherir todos aquellos municipios mineros de Sierra de Gata que tuvieron un papel destacado dentro de la minería nacional (Acebo, Villanueva de la Sierra, Torre de don Miguel, Gata, Perales del Puerto, Villamiel, Eljas, San Martín de Trevejo, Valverde del Fresno, etc) intenta poner en valor el pasado minero de los municipios y conservar aquéllas instalaciones que aún existen.