Cada otoño los bosques de hoja caducifolia de Sierra de Gata se tornan en una paleta de colores donde los ocres y los verdes alimonados de sus hojas mortecinas invaden el paisaje de aquellas localidades que tienen la fortuna de contar con estas espesuras de arboledas salvajes. San Martín de Trevejo es una ellas y quizás la que conserva una de las mayores extensiones de bosque de castaño de todo el norte de la provincia de Cáceres, El Castañar de los Ojesto.
En la falda suroccidental de Jálama, adosado al batolito que toma también su nombre de ese dios ancestral hispano-luso, se puede viajar entre la densa vegetación por aquel bosque encantado de la película de Alfredo Landa o por la magia de una selva de Irati en la que las ánimas del bosque manifiestan su presencia mediante silbidos armónicos por entre las copas de los árboles.