Los restos arqueológicos del Convento de Santiago del Azevo, situados a los pies del Cerro Moncalvo, muestran todavía la magnificencia y la sobriedad de esa orden religiosa que inundo con su presencia todos los rincones de nuestra Comarca, Los Franciscanos Observantes.
Todavía se mantienen en pie un señorial pórtico y bellos sillares de granito labrados por las manos expertas de canteros venidos de otras tierras. El paso del tiempo, el abandono, las guerras y la desidia de sus muchos propietarios han sido los que han abocado a este triste final a uno de los conventos con más vida que tuvo nuestra Sierra de Gata.
Mi amigo Vicente Calderita hace décadas intentó salvar del olvido el escudo que yacía tirado a la orilla del arroyo que regaba con sus aguas la huerta de estos frailes. Por ello se vio envuelto en un desagradable proceso judicial que estuvo a punto de ocasionarle un serio disgusto. Hoy en día ese escudo de la Orden permanece olvidado en un almacén de una casa de Hoyos.
Mi interés por la vida de este convento y de sus moradores se fue incrementando con los años y con la documentación que recopilé en distintos archivos conseguí escribir un artículo en el año 2012 que fue publicado en la revista eclesiástica Cauriensia.
Para todos aquellos que estéis interesados en el mismo este es el enlace para poder descargárselo.