Los pueblos prerromanos de Sierra de Gata, al igual que otros de la Península Ibérica, adoraron a los dioses del mundo estelar y debido a esa religión de carácter animista dejaron su impronta reflejada en aquellos objetos más cotidianos de su entorno, que no eran otros que las maravillosas rocas graníticas que aparecen por toda nuestra orografía y que les sirvieron de mapas estelares.
En la localidad de Acebo he tenido la suerte de encontrar este mes de julio una roca con una serie de orificios muy similares a los del petroglifo de Villamiel. En esta roca alguien ha tallado un gran circulo en el centro de la misma que podría representar al sol y alrededor suyo un conjunto de agujeros tallados en la misma roca más pequeños que podrían representar a los planetas o las estrellas que estos pueblos veían en el espacio durante la noche.
Por otro lado los mismos arqueólogos no saben explicar muy bien la finalidad de pictogramas o petroglifos como el de Villamiel y al mismo tiempo hay quienes simplifican la explicación de estos orificios en la roca a simples marmitas producidas por la erosión del agua o de la nieve; explicación poco plausible si se tiene en cuenta la perfección de dichos orificios grabados en la roca.
Lo cierto es que este tipo de perforaciones en las rocas sirvieron durante siglos a los pastores como abrevaderos para sus reses e incluso hay quienes se aventuran a decir que algunos de ellas las utilizaron como recipientes para cocinar o para depositar sus alimentos.
Yo, como bien indica este blog en su encabezamiento, prefiero seguir soñando con un mundo en el que la simplicidad de la vida se resumía en deambular durante el día por el campo para que pastase el ganado y al anochecer dormir sobre la rigidez de una roca serragatina arropado por el manto de estrellas de nuestro impoluto cielo.
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