La Ronchaera, como popularmente se conoce a esta roca de Cilleros, sirvió durante décadas como un inmenso tobogán para los niños de esta población serragatina.
Mi amigo Fernando Cordero, Juez de Paz cillerano, me contó que la máxima afición que tenían los niños de la localidad cuando él era joven consistía en cortar las ramas de unas escobas, sentarse sobre ellas y deslizarse a toda velocidad por esta inmensa roca.
Las múltiples necesidades de los niños de una época les obligaban a éstos a agudizar el ingenio inventando juegos para los que utilizaban cualquier elemento que tenían a su alrededor; todos conservamos en la memoria el juego de las Tabas, la Jincacha, los Chapuzones, la Raya, la Rayuela y un largo etc. y que durante décadas fueron muy típicos de cada una de nuestra localidades serranas. En los últimos años todos estos juegos han sido arrinconados por un sedentarismo fruto de una innovación tecnológica como es internet y por los juegos de las consolas.
Pero la Ronchaera cillerana, exponente máximo de las moles berroqueñas serragatinas que confirman el carácter recio de las gentes de esta comarca, también se identifica con los rituales de fertilidad de los pueblos prerromanos de estas tierras. Según algunos estudiosos era típico que aquellas mujeres o parejas que no podían tener hijos se deslizasen o rodasen por ella ya que suponían que durante ese breve proceso la fecundidad de la mujer o de la pareja se tornaba positiva.
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