martes, 4 de enero de 2022

PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN, Torre de Don Miguel

La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Torre de Don Miguel es uno de los edificios religiosos de nuestra comarca más imponentes. En la construcción de este templo se observa la mano del excelso arquitecto Don Pedro de Ybarra como en algunos otros de su entorno. Iniciada su construcción, sobre un templo anterior, en el siglo XVI quedó inacabado como sucedió con otros de nuestra comarca (Cilleros, Valverde del Fresno, ..).




Otra decoración de esta parroquia en la que merece la pena pararse un buen rato y deleitarse imbuido por la paz y el silencio serragatino son las bellas gárgolas que adornan las cornisas de este templo. Sin duda detrás de ellas se encuentra la influencia del mismo autor que elaboró las gárgolas de la parroquia de Gata y de la Ermita del Humilladero de Torre de Don Miguel.




















El púlpito de cantería ubicado en el Evangelio del templo tiene una forma cilíndrica y se accede a él a través de una pequeña escalinata. Esta excepcional obra de cantería fue tallado muy posiblemente por uno de los canteros que trabajaron en la cabecera del templo. 




La parroquia posee una impresionante cabecera pentagonal en la que se inserta una bóveda de crucería sustentada por ocho perfectos contrafuertes prismáticos. En palabras del eminente profesor, D. Florencio-Javier García Mogollón, la bóveda de crucería estrellada que cubre la capilla mayor es uno de los ejemplares más hermosos y complejos que se pueden encontrar en Extremadura.




Al igual que otras parroquias de Sierra de Gata, la de Torre de Don Miguel  conserva en su interior varias laudas sepulcrales que demuestran el pasado nobiliario de esta villa.




La pila bautismal es un bello ejemplar tallado en piedra berroqueña que según nuestro estudioso, D. Florencio Javier García Mogollón,  puede que esté elaborada en la segunda mitad del siglo XIII; por tanto puede que proceda del anterior templo sobre el que se construyó el actual.















El paso del tiempo, la despoblación y una senectud galopante es lo que ha llevado a este templo, ideado en una época en la que el crecimiento, tanto económico como el demográfico, campaba a sus anchas por estas tierra, a un profundo letargo en el que se añora un tiempo pasado de caballeros, nobleza y una sociedad enraizada en los frutos que el campo les aportaba a todos ellos.



 

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