Jesús, su mujer, Ezequiela, y
sus dos hijas estaban a punto de comenzar la cena, cuando de repente sonó el
teléfono que estaba en la habitación contigua; el padre se levantó dejando en
la mesa el plato recién puesto de sopa.
Mientras
Jesús atendía la llamada, Ezequiela y sus dos hijas fueron apurando la sopa. Era
tarde y la madre no quería que se acostasen las niñas recién comidas.
Al
poco rato Jesús hacía acto de presencia en el salón, con un leve movimiento de su cabeza le indicó a su
mujer que le siguiese; ésta entendió que algo sucedía y que esa llamada nada
tenía que ver con las habituales que solía atender su marido.
Cuando
ambos entraron en la habitación donde se encontraba el teléfono, y una vez que
Jesús cerró la puerta, su mujer rápidamente le preguntó:
-¿Qué ocurre, Jesús?
-Bien, acaban de llamar del
cuartel de la guardia civil de Hoyos para decirme que tome las medidas
oportunas en la central eléctrica porque es probable que anden cerca un grupo
de Maquis.
-¡Bendito sea Dios!, ¡cuándo se
va a acabar todo esto!
-¡Lo primero cálmate! coge a las
niñas e iros al dormitorio, cierra todas las puertas, todas las ventanas y
apaga las luces. Yo me quedaré en esta habitación cerca de vosotras y del
teléfono; en principio no tiene que pasar nada, me han dicho que vienen huyendo
desde Santibáñez el Alto; parece ser que la otra noche entraron en el pueblo y
retuvieron durante un buen rato al médico, al alcalde, al secretario y a un
teniente del ejército, llevándose un botín de 59.000 pesetas, ropas y
comestibles.
-¿Pero…? ¿Quiénes son esas
gentes?
-Bueno, parece ser que dicen que
es un grupo de republicanos a los que llaman “la Partida del Francés” y que
están actuando por todo el norte de la provincia de Cáceres.
-¿Pero son peligrosos, Jesús?
-No sé…., pero si aparecen por
aquí te ruego que guardes la calma. Si es cierto que se han llevado lo que me
han dicho por teléfono no creo que se acerquen; no querrán ser vistos.
-¡Madrita mía!, ¡madrita mía!,
¡Señor…..!
Ezequiela
se echó las manos a la cabeza mientras unas lágrimas se deslizaban por sus
mejillas; Jesús la abrazó fuertemente y le susurró al oído:
-No va a pasar nada,
tranquilízate y ahora haz lo que te he dicho.
La
madre compungida abrió la puerta y se dirigió al comedor. Cuando entró, las dos
niñas estaban jugueteando, las cogió lentamente por los brazos y se las llevó
al dormitorio, cerró la puerta, la ventana y apagó las luces; según le había indicado
su marido.
Jesús
se quedó sentado frente al teléfono; el tiempo fue transcurriendo sin que Él y
Ezequiela pegaran ojo en toda la noche.
Al
fin llegó el alba y los maquis no hicieron acto de presencia; la calma se
apoderó definitivamente de la casa-alojamiento de los trabajadores de la
central eléctrica de la Cervigona; aunque a Ezequiela le duraría el susto
bastante tiempo. Mientras tanto los últimos restos de la agrupación guerrillera
del Francés, 1ª agrupación Centro-Extremadura, 12ª División, conseguirían
encontrar una senda por la Cervigona para poder llegar a Navasfrías y así huir
al extranjero.
Autor: CHUCHI del Azevo
2012