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martes, 29 de junio de 2021

SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)

Después de algún tiempo en el que he reflexionado sobre todo lo que ha acontecido en estos dos últimos años de pandemia y en el que algunos de mis familiares más cercanos me han abandonado, definitivamente he conseguido darle forma a un libro que jamás me había planteado escribir.


Este libro es una recopilación de los microrrelatos que escribí en el año 2012 para cierto periódico comarcal de Sierra de Gata y otros muchos más que he ido subiendo durante años a este humilde blog para deleite de mis seguidores. Todos ellos han sido completados con un número indeterminado de nuevos microrelatos novelados o novelas microrrelatadas que se han fraguado en mi imaginario y que ha bebido de unos hechos históricos que permanecen dispersos por numerosas obras literarias de temática local de Sierra de Gata.
Con este trabajo he pretendido relatar de una forma amena y diferente la historia de Sierra de Gata y sus gentes; alejado todo ello de un rigor academicista y que sin embargo sea ameno y comprensible para los lectores. En definitiva he buscado una forma de explicar la historia de Sierra de Gata que sea lo más atractiva para el público en general y que sirva para enriquecer y poner en valor nuestra historia y nuestra cultura. 


viernes, 13 de noviembre de 2020

DEL CUARTELILLO AL CALABOZO


    
 

        Venancio andaba de aquí por allá en una de las habitaciones de la casa, cuando entró su esposa estaba todo revuelto.

        -¿Se pué saber qué es lo que buscas?- le preguntó la esposa.

        -Pue que no sé ondi cojonis he puestu el carné de identidad. -Le respondió Venancio.

        -Si es qui no tienis cabeza, claro como tó lo dejas manga por hombro, pues luegu no sabis ondi ponis las cosas- Le recriminó Aurora.

           -Bueno ya aparecerá si quier y si no que le den por culu. -Contestó muy enfadado Venancio.

        Cogiendo la zamarra y la cayá salió por la puerta de casa dando fuertes taconazos por cada peldaño de la escalera que pisaba camino de la tená donde guardaba las borregas.

       El final del día llegó y Venancio apareció de nuevo en casa después de una jornada laboral a la intemperie por los campos de Sierra de Gata para que sus ovejas pastasen la mejor hierba posible. En cuanto se sentó a la mesa Aurora se dirigió a él con un tono imperativo.

       -Ya pues buscar el dichosu cané de identida porqui lo necesita el dagal pa presentarlo en la escuela pa no sé qué asuntu.

         -¡Hay que jodersi con el putu carné! mañana iré al cuartelillu de la guardia civil a ver si me puen jacer unu nuevu.- Respondió Venancio harto de la situación

         Llegada la mañana, a primera hora, se montó en el coche de su amigo Tomás y se dirigieron al cuartelillo de la guardia civil de Hoyos.

             -Buenus días agenti- Saludó Venancio al guardia civil de la puerta.

            -Buenos días-Le respondió el agente de la ley.

          Venancio entró dentro del cuartel y pasó a una estancia en la que se encontraba el responsable del acuartelamiento y otro agente que hacía las funciones de administrativo.

            -Buenos días ¿Qué necesita?- Le preguntó el oficial al mando.

          -Pues verá agenti es qui he extraviaú el carné de identidá y necesitu jacermi unu nuevu porqui el dagal necesita presentarlu en la escuela pa nosé qui asuntu.-Respondió Venancio al oficial.

            -Bien, empecemos pues. Nombre, apellidos, dirección etc....

            -Venancio Sánchez Iglesias, calli.........

        Sin dejarle terminar de proporcionarle los datos que el teniente de la guardia civil le había solicitado a Venancio, éste le respondió con tono marcial.

            -Pues va a ser que le voy a tener que detener.

       Venancio se quedó perplejo mientras pensaba que era una broma que le estaba gastando el oficial; pero lo cierto es que sobre él pesaba una denuncia de un vecino del pueblo de la que no tenía conocimiento de su existencia. Aquella noche y varios días más Venancio durmió en el calabozo del cuartel aunque cuando salió libre lo hizo con el carnet de identidad en vigor.


Relato basado en la experiencia que un amigo y conocido vivió hace años y que a modo de chascarrillo tuvo a bien contarme en la terraza de uno de los bares de Acebo entre quintos de Mahou y chupitos de aguardiente.

Autor: CHUCHI del Azevo

Noviembre de 2020     

lunes, 9 de noviembre de 2020

DE CABALLEROS CIMARRONES Y BIZARROS EN LA CONQUISTA Y DEFENSA DE SIERRA DE GATA (II)

 


        Un personaje anónimo, uno de esos muchos turistas que en los cálidos días de agosto aparecen por estas tierras, llevaba cerca de una hora observando maravillado los dos rostros de seres humanos que habían sido labrados en el recio granito de Sierra de Gata siglos atrás; y que desde la humilde fachada de una pequeña casa del barrio de la Torrita de Acebo se muestran desafiantes a los que las contemplan.

                Francisco tenía curiosidad por lo que ese inesperado visitante pudiese opinar de esas caras, por lo que al final se animó y acercándose a él le inquirió:

-¿Son realmente enigmáticas, verdad?

                El forastero giró levemente su cabeza, sin perder de vista los rostros graníticos, y le respondió escuetamente:

-Enigmáticas y arcaicas.

-Ciertamente -respondió Francisco. Hay quien afirma que en este lugar estuvo la morada de Viriato y que esas cabezas tendrían un origen celta relacionado con dicho general hispano-lusitano.

-Todo puede ser posible –respondió el viajero- aunque eso sería robarle protagonismo a la población portuguesa de Viseu; en donde dicen que vivió y luchó Viriato en uno de sus múltiples enfrentamientos con las legiones romanas.

-No es esa mi intención –murmuró Francisco entre dientes- aunque es posible que no sólo hubiese existido un único Viriato; o que éste tuviese la capacidad de recorrer toda la serranía norte de la actual Extremadura hasta la Sierra de la Estrella en Portugal. Teniendo sus bases logísticas en las ciudades de Caurium, Aeminium e Interamnia que se encontraban próximas a esta población; y puede que de vez en cuando viniese a descansar a este bello pueblo que es hoy en día Acebo. En el fondo quien no se consuela es porque no quiere, los portugueses tienen a su Viriato y nosotros al nuestro.

-Bien, si eso le satisface, pues perfecto- le respondió el turista. Quien molesto por la interrupción del lugareño abandonó el lugar con la certeza de que durante una hora había contemplado un retazo de la historia prerromana de Sierra de Gata.  

CHUCHI del Azevo

Mayo de 2012

DE CABALLEREOS CIMARRONES Y BIZARROS EN LA CONQUISTA Y DEFENSA DE SIERRA DE GATA (I)

 



    Doce meses había tardado en llegar a su localidad natal, Hoyos, desde que salió del Perú. Atrás dejaba amigos e inmensidad de propiedades que había ido acumulando en sus conquistas por tierras americanas junto a sus antiguos jefes de batalla, Gaspar de Loaysa, Francisco Pizarro, etc.

La llamada de la tierra y la añoranza por los lugares que le vieron nacer, pesaban más en el ánimo de Pablo Pérez, que todo el éxito y riquezas logradas en sus mil y una hazañas y aventuras por las tierras hostiles del Nuevo Mundo.

Antes de entrar en Hoyos dio la orden al cochero, que le había traído hasta aquí, que parase el carruaje; y al criado que fuese a por el hatillo que venía en la parte trasera del carromato. En cuanto regresó el criado, Pablo tomó el hatillo y se ocultó detrás de unas jaras. Salió al poco rato, y ante la mirada atónica del cochero y el criado les preguntó a ambos:

-¿Qué tal?

Estos no pudiendo contener su asombro, exclamaron:

-¡Su Excelencia parece un pordiosero!, ¿Dónde pretende ir así?

-Dentro de poco lo comprenderéis -les dijo. Mientras tanto dad marcha atrás y volved por el otro camino que conduce al pueblo. Esperadme en la fonda que había cerca de la antigua ermita.

Sin más, tanto el cochero, como el criado obedecieron las instrucciones dadas por Pablo, mientras éste se adentraba por las estrechas y oscuras calles de la población, hasta llegar a una humilde vivienda de una sola planta.

Tres veces llamó a la puerta hasta que alguien se decidió a abrirla. Ante la luz tenue de un pequeño candil la dueña de la modesta morada preguntó al inesperado visitante:

-¿Quién es Usted?, ¿Qué quiere a estas horas?

A lo que Pablo Pérez contestó con voz aterciopelada:

-Soy yo, Lucia. Tu primo Pablo.

-¡Por Dios! –Exclamó Lucia. Pero si vienes hecho un pordiosero. ¿Para eso tanto empeño en ir a las Indias, para volver muerto de hambre?

-Bueno, Dios lo quiso así –contestó con gesto circunspecto. ¿Podría quedarme en tu casa hasta que encuentre algún medio de vida? –preguntó con voz entrecortada, mientras hacía ademán de entrar.

-De eso nada –contestó Lucia con voz imperativa. Demasiada carga tengo ya como para echarme otra más encima; y menos la de un muerto de hambre como siempre has sido tú –sentenció Lucia. Acto seguido cerró la puerta dejando a Pablo a la intemperie de una gélida noche serrana.

Al día siguiente Hoyos amaneció más inquieto de lo habitual, las calles eran un continuo ir y venir de personas. Lucia al ver ese trajín de gentes preguntó a un grupo cercano a su casa:

-¿Qué ocurre, Timoteo? –dirigiéndose al que lideraba el grupo.

-¡Parece mentira Lucia! –exclamó con alegría el tal Timoteo. La fortuna ha llamado a tu puerta y tú no te has enterado todavía; tu primo Pablo Pérez ha regresado del Perú y se dice que ha traído tal fortuna que son muchos a los que ya ha obsequiado con algo. Algunos dicen que dio con el Dorado y que con ese oro, plata y piedras preciosas que ha traído piensa construir un hospital y un convento, aquí en Hoyos.

Lucia apesadumbrada se dio la vuelta y cerrando la puerta comenzó a llorar de manera ininterrumpida; quedándose todos los vecinos sorprendidos ante la inesperada reacción de su interesada convecina.

 

Relato basado en el libro de Domingo Domené: Historia de Sierra de Gata. Página 117

CHUCHI del Azevo

Abril de 2012

 

 


domingo, 8 de noviembre de 2020

EN LA CONSULTA DEL OFTALMÓLOGO



María había pedido cita para llevar a su madre al oftalmólogo; ya que no paraba de quejarse de que cada vez veía peor y María temía que en cualquier instante pudiese sufrir un percance por la falta de visibilidad.

Ambas se encaminaron por la calle Arenal de Madrid hasta que llegaron a un edificio cercano a la Iglesia de San Ginés. A la altura de esta iglesia emblemática de Madrid la madre de María, la tía Restituta, del dijo a su hija:

        -Hija, comu esti jombri me curi le pongo el cirio más grandi que encuentri al primer santu vea en esta ingresia.

        -¡Amos madri no sea usted tan pesimista! -le contesto María en un fuerte arrebato.  

Después de un rato en la sala de espera, la secretaria del especilista las hizo entrar en el despacho del oftalmólogo.

        -Bueno, expliquénme qué es lo que les sucede.-Les inquirió el oculista.

        -Pues miri señor médico hemos venio porqui mi madri tien probremas de visión. -Respondio María al médico.

        -¿Y qué es lo que le ocurre exactamente señora?-Le preguntó el médico directamente a la Tía  Restituta.

        -Pues verá Usted Señor médico yo es qui tengo un dolor de bollagas qui me tieni comía la moral porqui es qui no pueo jacer ná.-Contestó La tía Restituta al oftalmólogo.

El médico se quedó perplejo, hasta el momento había ido entendiendo lo que ambas mujeres le iban diciendo, pero ese término de bollagas para él era totalmente nuevo y no era capaz de entenderlo.

        -¿Bollagas?.-Preguntó el médico con voz sorprendida.

        -Mi madri quier decir ojos. -Respondió rápidamente María.

La duda estaba aclarada y de esa manera el oftalmólogo pudo realizar el diagnóstico correctamente y enviar a la tía Restituta al especialista para que le operase de unas simples catarátas.


Esta historia me la contaron hace ya bastantes años cuando los serragatinos estaban casi recién llegados a un Madrid que comenzaba a crecer en tamaño a expensas de las localidade del interior de España.


Autor: CHUCHI del Azevo

Noviembre de 2020



                -

LEYENDAS DE PRINCESAS ENCANTADAS, MIRAMAMOLINES Y TESOROS OCULTOS EN LA ARABESCA SIERRA DE GATA (VI)


 


En lo más recóndito de Sierra de Gata, Félix y sus amigos jugaban como el resto de los niños de su edad. Entre travesuras, retos y juegos, que se fraguaban en lo más profundo de su imaginación, se fueron alejando del casco urbano de la población en la que vivían; hasta llegar al sitio conocido por el nombre de Las Cabeceras. Allí se encontraron de repente con la entrada a una cueva de la que jamás habían oído hablar.

Parados, cuan estatuas pétreas, frente al acceso a lo que parecía el inframundo ninguno se atrevió a articular palabra; hasta que Félix, el más temerario de todos los que integraban ese grupo de adolescentes, les propuso averiguar qué podía haber en el interior de dicha cueva.

Sin iluminación y rodeados de una oscuridad misteriosa fueron avanzando durante varios minutos a lo largo de la gruta hasta que de repente se toparon con un pequeño haz de luz  que iluminaba un diminuto rincón de la cueva.  Ese hilo de luz penetraba por un pequeño hueco del techo de la cavidad y el reflejo en las paredes rocosas de la misma desprendía un color verde esmeralda intenso. En el centro de ese lugar, casi mágico,  sobresalía del suelo una inmensa roca, que a modo de púlpito, parecía querer atraerles hasta ella.

Félix se fue acercando poco a poco mientras el resto de sus amigos le observaban con inquietud; temerosos de que en cualquier momento pudiese aparecer algo o sucederles cualquier desgracia eran incapaces de volver por donde habían venido, si no era acompañados por el coraje de su amigo.

La luz tenue parecía querer susurrarle algo al chico y con un fuerte magnetismo la gran roca que emergía del suelo le fue atrayendo hasta ella. Una vez frente a la misma, la observó respetuosamente, y mientras sus amigos tenían clavadas sus miradas en Félix, éste comenzó a moverse alrededor de la gran mole pétrea hasta que pasados varios minutos se giró y sosteniendo entre sus manos cinco enormes barras doradas gritó:

                                                               -¡Chicos somos millonarios!

Sus amigos no daban crédito a lo que veían, Félix asía fuertemente entre sus dedos cinco barras de oro. En ese mismo instante y sin que nadie diese instrucciones al respecto todos salieron corriendo de la cueva como almas que lleva el Diablo; temían que alguien les hubiese descubierto y que el dueño de ese áureo tesoro saliese tras ellos para recuperar lo que unos intrépidos chicos le habían quitado.

La carrera hacia el pueblo fue apoteósica y una vez allí dieron cuenta de su hallazgo a familiares y amigos. La noticia corrió como la pólvora e inmediatamente se presentaron en el domicilio de Félix las fuerzas vivas de Eljas, a cuyo frente se encontraba el alcalde de la localidad; que inmediatamente se encargó de requisar el tesoro y enviarlo al Gobernador Civil de la provincia para que fuese depositado en el Banco de España.

Aunque luego fueron muchos los que intentaron localizar dicha cueva e incluso Félix y sus amigos trataron de indicar la ubicación exacta de la misma, ésta jamás volvió a ser vista y tampoco se volvieron a encontrar más tesoros de este tipo en la milenaria Eljas. Son muchos los que especulan a día de hoy si aquello que les sucedió a Félix y a sus amigos es una leyenda o si realmente dieron con un tesoro que las huestes cristianas o musulmanas escondieron en una de sus precipitadas huidas.

Relato basado en la noticia aparecida en la prensa regional de la época en el año 1939

Autor: CHUCHI del Azevo

Noviembre de 2020

 

 

sábado, 7 de noviembre de 2020

LEYENDAS DE PRINCESAS ENCANTADAS, MIRAMAMOLINES Y TESOROS OCULTOS EN LA ARABESCA SIERRA DE GATA (V)




Dº Columbano era un cillerano de mundo, se había pasado la plenitud de su juventud viajando por todo el globo terráqueo. Conoció el Amazonas; desde allí viajó por los Mares del Sur, donde hizo una gran fortuna con el aceite de copra. Más tarde cansado de su vida de mercader colonial lo abandonó todo y convivió durante mucho tiempo con los temibles piratas Malayos. Hasta que alguien le habló de las maravillas de Persia y Egipto, lugares a los que se dirigió dejando mujer, hijos e infinidad de amigos.

                En Persia visitó los Zigurats y la tumba del Rey Darío, allí aprendió de primera mano la escritura cuneiforme. Un buen día vio una caravana que se dirigía hacia occidente y se unió a ella; pero cuando llegó a Egipto se quedó cautivado de tanta belleza, permaneciendo en la tierra de los Faraones durante diez largos y fructíferos años. Tiempo en el que conoció la tradición egipcia de la momificación y la elaboración de papiros.

                Cumplido su medio siglo de vida decidió que era hora de volver a la tierra que le vio nacer, Cilleros, un pueblecito en el corazón de Sierra de Gata. Se instaló a las afueras de la villa; haciéndose construir una hermosa casona que llenó de inmediato con todos los recuerdos de sus años de trotamundos.

                Pero además Dº Columbano era un gran bromista y su humor ácido no tenía límites. Había observado desde que llegó a Cilleros que en esa población se contaban infinidad de historias de hallazgos de tesoros ocultos y que la mayor parte de sus vecinos estaban obsesionados con toparse con alguno de ellos. El origen de tanto desatino era un individuo, Dº Trifón, de carácter irascible y poseedor de una gran fortuna; que según él procedía de su capacidad de encontrar los tesoros que los moros escondieron hace siglos en estas tierras.

Ante tanta ignominia un buen día decidió gastarle una broma a sujeto tan pretencioso, que además tenía atemorizado a buena parte del vecindario. Para ello concibió un plan, con sus conocimientos adquiridos en las tierras del lejano Oriente, escribió una especie de libro con caracteres árabes, en un papel similar al de los papiros egipcios. El  citado incunable, una vez finalizado, lo humedeció y escondió en un arcón de la bodega de su casa, para que cogiese olor a moho. Transcurrido un tiempo lo sacó y secó al calor de las brasas de su chimenea; de tal forma que el libro fue cogiendo un color parduzco y cierto olor a viejo.

Una vez que su aspecto a antigualla era bastante creíble lo escondió cerca de una de las fincas de Dº Trifón, dejando una parte del mismo al descubierto para que lo encontrase  el incauto arrogante.

Los días fueron pasando hasta que una mañana soleada el soberbio Dº  Trifón llamó a la puerta de Dº Columbano. Éste se dirigió a la misma y mientras abría el pestillo de la entrada, supo que su treta había surtido efecto.

-¿Qué se le ofrece en esta apacible mañana, Dº Trifón?-inquirió el universal cillerano.

-Verá Usted –respondió el incívico vecino- esta mañana, cerca de la finca que tengo de la Ermita de Navelonga, en una de las tumbas escavadas en la roca, he encontrado este manuscrito, que parece ser que está redactado en la lengua de los adoradores del Profeta.

-¿Y, por qué me lo cuenta a mí? - le respondió con aire desinteresado Dº Columbano.

-Acudo a Usted, porque algunos amigos me han confesado los grandes conocimientos que adquirió su Señoría en su largo andar por el Mundo; y por el poco aprecio que tiene Vuecencia por las riquezas terrenales. Por todo ello creo que me puede ayudar a descifrar lo que en este libro dejaron escrito los Muslines.

-¿A cambio de qué?- preguntó el bromista serragatino.

-¡Bueno!, como sé que Usted no le tiene querencia a las riquezas de este mundo, le ofrezco a cambio mi amistad y mis servicios.

-¡Bien, así sea! –exclamó el trotamundos. Venga Usted de aquí en dos días y le diré lo que he conseguido descifrar de este manuscrito.

A los dos días exactos Dº Trifón se personó en la morada de Dº Columbano; aunque éste ya le estaba esperando, y en cuanto le vio le ordenó:

-¡Acompáñeme!.

                Dº Trifón, como si de un Ángel que va al Olimpo de los Dioses le siguió, sin preguntar, hasta llegar al lugar exacto en el que había hallado el libro. Allí el heredero del saber arábigo le dijo:

-Dice el manuscrito que, en este sitio, todo hombre bienintencionado y amante de estas tierras, que invierta en ellas las riquezas aquí halladas, encontrará un bien muy preciado a pocos metros del suelo.

-¡Yo soy el elegido!- exclamó Dº Trifón-. Amo estas tierras y llevo mucho tiempo invirtiendo mis dineros en dar trabajo a estas gentes-aseveró el cínico pretencioso de las riquezas de Alá.

                Allí dejó cavando Dº Columbano a tan embustero y obseso de riquezas; hasta que un buen día, transcurrido bastante tiempo, volvió al lugar. En él encontró exhausto al demente Dº Trifón, quien entre balbuceos tan sólo le dijo:

-No existe tesoro alguno….¡Me has engañado!

                A lo que el trotamundos replicó:

-Nunca los hubo, pero tú se lo hiciste creer a tus paisanos. Tampoco te he engañado y por tanto el trato sigue en pie, tienes mi amistad; el bien más preciado en estas tierras. Y a cambio exijo lo pactado, tus servicios. Así es que en adelante comienzas una nueva vida.

Relato basado en el libro Supersticiones Extremeñas de Publio Hurtado. Pág. 144.

Autor: CHUCHI del Azevo

Mayo de 2012   


 

LEYENDAS DE PRINCESAS ENCANTADAS, MIRAMAMOLINES Y TESOROS OCULTOS EN LA ARABESCA SIERRA DE GATA (IV)


               Cuentan los más sabios del lugar que allá, en la localidad de Eljas, los moros en su precipitada huida, ante las razzias de los ejércitos cristianos comandados por aquel Rey hispano llamado Ordoño I, escondieron un inmenso tesoro de ricas telas tejidas con finos hilos de oro y plata; adornadas, éstas, con exquisita pedrería: rubíes, diamantes, etc…..

                El lugar escogido por los discípulos del Profeta para ocultarlo fue una fuente llamada de los Haberes o Habeleras y como guardián del mismo se ofreció voluntario el Principe Al-Hakim. A quien el taumaturgo Abdel Azîm convirtió en un bello gallo de áureos plumajes; adornado todo él con amatistas y zafiros. Alrededor de su cuello le impuso un collar con doce cascabeles cincelados en platino.

                Bajo esa apariencia, Al-Hakim, debería proteger las grandes riquezas que su pueblo se veía obligado a abandonar en tan precipitada huida. Jamás volverían a buscarlas pero el ínclito Príncipe permaneció fiel a su juramento y en ese estado permanece aún hoy en día como protector de tan codiciado tesoro.

                Son muchos los que dudan de la existencia, tanto del tesoro, como de tan asombroso gallo; pero la Tía Compón, vecina de Sierra de Gata, pudo comprobar que la historia era cierta. Aún hoy en día algunos recuerdan sus lamentos quejándose de su mala suerte.

                La Tía Compón era una de esas viejas sabias que había heredado ese conocimiento milenario, que sólo está disponible para unos pocos elegidos, y que se transmite oralmente desde que el mundo es mundo.

                Sus manos y el conocimiento de las plantas era con lo que sanaba a sus convecinos; por ello pasaba largas horas todos los días en el campo, seleccionando aquellas hierbas que le servían para sus remedios caseros.

                En una de esas salidas campestres, y ya cerca de la fuente de los Haberes, se le apareció el deslumbrante bípedo. La Tía Compón en un instante vio resueltos todos sus problemas económicos y como si de una funambulista se tratase saltó de piedra en piedra detrás del gallo; mientras éste hacía los mismo intentando evitar su captura por aquella vieja enigmática.

                A cada intento de la vieja, el plumífero gallo le respondía con un intenso quiquiriquí; hasta que ya agotada la pobre Tía Compón el escurridizo gallo desapareció como por arte de magia, quedándose la pobre mujer sin el ambicionado tesoro.

                Entre sollozos llegó al pueblo, siendo interceptada camino de su casa por dos de sus vecinas, que alarmadas le preguntaron el motivo de sus lloros. A lo que ella les relató lo ocurrido.

                Sus vecinas no daban crédito a lo que contaba la pobre Tía Compón; ya que era de dominio público que para capturar a tan áureo gallo tan sólo era necesario echarle un poco de agua sobre su cresta, mientras hacía su característico y onomatopéyico quiquiriquí. De esa manera se conseguía el ambicionado tesoro y además finalizaba el encantamiento del Principe Al-Hakim.

Relato basado en el libro de Publio Hurtado Supersticiones Extremeñas, pág. 148

Autor: CHUCHI del azevo

Abril de 2012.     


 

LEYENDAS DE PRINCESAS ENCANTADAS, MIRAMAMOLINES Y TESOROS OCULTOS EN LA ARABESCA SIERRA DE GATA (III)

 


Ese día, Ángeles, había llevado a pastar al rebaño de cabras de la familia a un lugar de Jálama; al que solía ir por estas fechas del año, cuando el estío era inclemente con las personas y los animales.

La jornada se presentaba como una más de las muchas de las que había vivido desde que era niña; pero el destino le tenía reservada, esta vez, una increíble sorpresa.

Nada más llegar al prado del Chorrito de en Medio, sus cabras se repartieron por toda la extensa finca buscando los brotes más tiernos de una hierba escasa; mientras que ella, como tenía costumbre, se dirigió hacia unas rocas ciclópeas entre las que se solía cobijar de los fenómenos atmosféricos. Sin haber terminado de campar el morral, y sus pertenencias; descubrió, con gran asombro, un bazar de ricas telas y bellos objetos de oro y plata; todo ello adornado con abundante orfebrería; tras de lo cuál se encontraba un apuesto príncipe oriental con una servicial fémina.

Ángeles, no pudiendo resistir su codicia, tomó una pequeña jarra de oro; mientras sus ojos se iluminaban al sentir el frío entre sus manos del áureo metal.

¡Deja eso en su sitio, aún no te lo has ganado!- exclamó el encantador príncipe. Sin más se levantó y sonriéndole, le dijo con voz aterciopelada:

-Vuelve de aquí en un año, pero tú sola, y de esa forma todas estas riquezas serán tuyas. Mientras tanto en aquél cerro que hay a tu espalda podrás encontrar otro tesoro de menor tamaño; pero que cubrirá tus necesidades durante este año.

Ángeles se giró rápidamente para ver a qué cerro se refería y cuando se tornó de nuevo para preguntar al príncipe el sitio exacto; éste, su acompañante y las magníficas riquezas ya no estaban; se habían esfumado como por arte de magia.

La pastorcilla encerró el ganado y se fue hasta el pueblo a toda prisa. Cuando llegó a casa contó a sus familiares y amigos lo sucedido, nadie daba crédito a lo que la adolescente relataba. Aún así al día siguiente el cerro señalado por el benefactor príncipe era un hervir de gentes que con picos y palas aguijoneaban al recio montículo. Pasados varios días las gentes desistieron de lo que ellos creían una locura transitoria de una joven pastorcilla.

Sin embargo, se cuenta que una familia de San Martín de Trevejo continúo con las excavaciones, dando con el tiempo con el preciado tesoro.

Ángeles volvería al año a su cita con su ensoñado príncipe oriental, pero no pudo evitar que sus familiares y amigos se empeñasen en acompañarla; por lo que ante el incumplimiento de lo pactado, el aristócrata oriental declinó aparecer. Perdiendo, Ángeles, en el triste plazo de un año, dos magníficas fortunas que le habrían cambiado su humilde situación económica.

 

Relato basado en el Libro Supersticiones Extremeñas de Dº Publio Hurtado. Pág. 149.

 

Autor: CHUCHI del Azevo

Marzo 2012    

 




LEYENDAS DE PRINCESAS ENCANTADAS, MIRAMAMOLINES Y TESOROS OCULTOS EN LA ARABESCA SIERRA DE GATA (II)

 



En un paraje de Villasbuenas de Gata, que se conoce desde antiguo por el nombre de Púlpito de los Lobos, la tradición oral asegura que existe bajo tierra una gran bóveda sujetada por cuatro colosales áureos guardianes sarracenos. En el centro de estos cuatro seguidores del Profeta hay una escandalosa cantidad de monedas de oro; que aquéllos que la han visto se lamentan de no poseerla.

                Allá por 1884 ó 1885 algunos vecinos de Sierra de Gata, que habían escuchado el relato a los que aseguraban haber estado en esa bóveda, decidieron constituir una sociedad para la localización de ese magno tesoro. Como no sabían la ubicación exacta se pasaron varios meses cavando por aquí y por allá, hasta que decidieron contratar los servicios de un enigmático zahorí. Éste con sus herramientas encantadas les indicó, a los miembros de la Sociedad, el lugar exacto donde se encontraba el preciado tesoro.

                Pero antes de que comenzasen a cavar les advirtió que dicho tesoro se encontraba a una profundidad de unos pocos metros de la superficie del lugar, por lo que su localización no era muy difícil. Aunque debían tener en cuenta que si durante el tiempo que transcurriese la búsqueda alguno de ellos dudaba de la existencia del mismo, éste se hundiría de nuevo en una distancia similar a la que se encontraba actualmente.

                Los asociados cavaron, y cavaron, y los meses transcurrieron; y allí no aparecía ningún objeto de oro. Decidieron realizar una última prospección y juraron por lo más Sagrado que nadie dudaría; así estuvieron otro mes y el Tesoro siguió sin aparecer. En ese momento comenzaron los reproches entre unos y otros; con acusaciones de falta de Fe. Al poco de comenzar las recriminaciones, a uno de ellos le dio por pasar a las manos, y la tangana que se lío llegó a tal punto; que la única recompensa que obtuvieron estos Buscadores de Oro fue un sin fin de huesos quebrados, y algún que otro punto de sutura en sus tercos cráneos. Además la Sociedad la tuvieron que disolver, y los hasta entonces asociados dirimieron sus diferencias en los Juzgados de la Ciudad de Plasencia.

                La avaricia les dejó en la ruina y con el cuerpo molido a golpes, además de convertirse en motivo de chanza durante años en aquellas poblaciones donde residían.

Leyenda basada en el relato de Dº Publio Hurtado recogido en el libro Supersticiones Extremeñas. Pp. 150-151


Autor: CHUCHI del Azevo

Febrero 2012


LEYENDAS DE PRINCESAS ENCANTADAS, MIRAMAMOLINES Y TESOROS OCULTOS EN LA ARABESCA SIERRA DE GATA (I)

 


              Cuenta la tradición oral que durante los miércoles, jueves y viernes de Pasión sale de su refugio subterráneo, situado entre las inmensas moles graníticas ubicadas en la parte más occidental de Sierra de Gata, conocidas por el sobrenombre de Torres de Hernán Centeno, la hercúlea y encantada nieta del fiero y temido gigante Fierabrás.

                En esas tres noches, a la luz de las estrellas, todos aquéllos que se han atrevido a aguardar la aparición de esta hermosa y fornida Princesa moruna han observado con gran asombro como el entretenimiento preferido de esta noctámbula vecina nuestra consiste en jugar a los malabares con esas Rocas Caballeras que adornan ese hermoso paisaje de nuestra querida Sierra de Gata.

                Es tal la velocidad que llegan a tomar esas titánicas rocas al ser arrojadas al espacio por las fornidas manos de la misteriosa Princesa, que más de uno de esos intrépidos “vouyers” nocturnos han huido a toda velocidad por entre los intrincados riscos y tupidos matorrales por miedo a ser alcanzados por alguna de esas ciclópeas rocas.

                Una vez finalizado ese periodo de tiempo nuestra misteriosa Princesa deja en su lugar sus objetos de juego y regresa a su acostumbrado refugio en el que espera la llegada de algún apuesto Príncipe, que la libere del encantamiento al que fue condenada en los albores de los tiempos, cuando la humanidad no habitaba estas tierras.


Leyenda basada en el relato de Dº Publio Hurtado recogido en el libro Supersticiones Extremeñas. Pág. 73

Autor: CHUCHI del Azevo

Febrero de 2012


lunes, 2 de noviembre de 2020

DE ILUMINADOS, EREMITAS, SANTOS Y ASCETAS VI

 



Ya estaba casi todo, lo poco que tenían, guardado en las banastas de corteza de castaño que adquirieron el día anterior en San Martín de los Vinos; cuando alguien llamó a la puerta del Convento de Santiago. Fray José de Gallegos, se levantó y sin dudarlo abrió la puerta. Ante él se encontraban el representante de los vecinos del Azebo, junto a un nutrido grupo de vecinos de esa población; que se habían desplazado hasta Cerro Moncalvo, para ayudar a los monjes franciscanos a su traslado, hasta la nueva sede del Convento de Santiago en esa humilde población de Sierra de Gata.

Aunque la noche se les había echado encima, y ese mes de noviembre de 1595 era de los más fríos de los últimos años, la comitiva emprendió la marcha en el preciso instante en el que Fray Nicasio, el monje más veterano del Convento, trancó para siempre la puerta. Entrada que tantas veces había franqueado desde que llegó a ese humilde cenobio.

A la cabeza de la procesión se situaron los monjes, que portando un gran crucero y luminosas antorchas, iban guiando por intrincados senderos al resto de los miembros del acompañamiento.

Cuando se encontraban a mitad de camino, por el cerro de la Atalaya, un intenso vendaval, junto a una espesa niebla se apoderó del grupo; y todos ellos, temiendo que las antorchas se apagasen por los vientos ciclónicos, se apresuraron a proteger las llamas de las mismas para no quedarse a oscuras en medio del monte.

Cada vez les era más difícil avanzar y algunos empezaron a especular con la idea de abandonar la tarea del traslado conventual; pero en ese preciso instante uno de los monjes, Fray José de Gallegos, comenzó a tararear el Bíblico Salmo 50, el popularmente conocido Miserere:

 

Miserere mei, Deus,/secundum magnam misericordiam tuam./Et secundum multitudinem miserationum tuarum,/dele iniquitatem meam./Amplius lava me ab iniquitate mea:/et a peccato meo munda me./Quoniam iniquitatem meam ego cognosco:/et peccatum meum contra me est semper…… 

Inmediatamente todos los asistentes le secundaron y como si de un milagro se tratase las llamas de las antorchas no se vieron afectadas por los vivos vientos serranos.

Así continuaron un largo trecho, hasta que por fin llegaron a la antigua Ermita de San Sebastián, que se encontraba a unos escasos cien metros del casco urbano del Azebo. Ese terreno era el que los vecinos de esa localidad les habían regalado a los monjes franciscanos para que refundasen su nuevo Convento de Santiago.

Entre los asistentes llamó la atención lo acaecido y todos estuvieron convencidos de que habían asistido a un milagro. Decidiendo entre ellos,  desde aquél día, que el Miserere sería su canto procesional obligatorio en sus ritos religiosos.

 

Relato basado en el libro de Fray José de Santa Cruz. Crónica de la Provincia Franciscana de San Miguel, parte I. Y en el cuento Miserere de las Leyendas de Gustavo Adolfo Becquer.

 

Autor: CHUCHI del Azevo

Marzo de 2012

 


DE ILUMINADOS, EREMITAS, SANTOS Y ASCETAS V

 


                En el horizonte, como si de un espejismo se tratase, se veía cada vez más cerca la silueta de dos hombres; que pobremente vestidos se acercaban hacía la cueva que habitaba, ya desde hacía varios años, Juan; el eremita de Descargamaría.

                -¿Qué se les ofrece a Ustedes en un día de tanto calor como el de hoy?-preguntó el ermitaño.

                -Buen día- respondió uno de ellos; mientras el más joven se cobijaba bajo la sombra de un castaño. Venimos de muy lejos, concretamente desde Ciudad Rodrigo; aunque él viene desde más lejos todavía, exactamente desde la ciudad del Apóstol, de visitar las reliquias del Santo. Al internarnos por estas tierras nos hemos quedado maravillados de la belleza de las mismas, parecen el Jardín del Edén.

                -Pues sí, es una tierra excepcional, abundante en agua y rica en frutos; cualquier cosa que uno plante se multiplica por tres -respondió humildemente el eremita.

                Cerca de la cueva observaron los viajeros una pequeña cascada de agua, que convertía los alrededores de la misma en un pequeño vergel. El más anciano de los dos preguntó:

                -¿Cómo se llama esa torrontera de agua?

                -El Chorro del Águila –precisó el ermitaño.

                En ese instante el más  joven, que hasta entonces no había hablado, dijo:

                -Allí al Chorro del Águila arderá siempre un hacha encendida, allí se servirá a Dios siempre.

                Ambos, el eremita y el viajero, Pedro, entendieron el mensaje profético del joven San Francisco de Asís, que así se llamaba el otro caminante. Y en aquel mismo instante en ese lugar se iniciaron las obras, como anteriormente se había hecho en San Martín de Trevejo y en Gata, para construir un nuevo convento, el de Santispíritus de Valdárrago. Con ese ya eran tres monasterios los que el joven San Francisco de Asís llevaba fundados en Sierra de Gata, el de San Miguel en San Martín de Trevejo, El Hoyo en Gata y ahora el de Santispíritus en Descargamaría.

                Posteriormente el Santo dejó a su fiel acompañante Pedro con la hercúlea tarea de poblar ese cenobio. Una vez finalizada la labor encomendada, el fiel seguidor de Asís se trasladó cerca de ese último convento y fundó a orillas del arroyo Meacera, en Torrecilla de los Ángeles, un último monasterio bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, en cuál sería enterrado.   

Relato basado en el libro de Domingo Domené Historia de Sierra de Gata, Pág. 78.

Autor: CHUCHI del Azevo

Mayo de 2012



DE ILUMINADOS , EREMITAS, SANTOS Y ASCETAS (IV)

 



Santiago, el joven sacristán del presbítero de la parroquia del Azebo, corrió todo cuanto pudo hasta llegar a la sacristía de la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles. Sin pedir permiso, entró de dos zancadas; mientras Dº Remigio, el párroco, se giraba asustado, preguntándole alarmado:

-¿Se puede saber qué pasa para entrar de esta manera en la Casa del Señor?, ¿Es qué alguien ha robado Xálama?

Santiago creía que el corazón se le iba a salir por la boca; hasta que al fin, apoyado sobre la mesa de la Sacristía, pudo empezar a articular alguna palabra, entre jadeo y jadeo.

-¡Dº Remigio……!, ¡Tiene Usted que acompañarme, tiene que ver lo que está sucediendo!

-Vamos tranquilízate, toma un vaso de agua y explícate de una vez, que me estás asustando –Le ordenó Dº Remigio a su pupilo.

Santiago dio dos sorbos al vaso de agua y mientras se secaba el sudor de la frente, le dijo a su Maestro:

-Fray Mateo Iulian está rezando en el aire.

-¿Cómo que está rezando en el aire? –Le espetó Dº Remigio.

-Sí, Pater –Contestó Santiago, sin entender muy bien todo lo que estaba sucediendo.

Dº Remigio tomó la Biblia y ordenó a Santiago que le acompañase. En su cabeza sólo había un pensamiento; desde que los franciscanos habían llegado al Azebo su paz y tranquilidad se habían visto perturbadas. Por no hablar del descenso en sus ingresos por las misas que le encargaban los vecinos del pueblo y de las que hasta entonces tenía el monopolio absoluto.

Cuando se iban acercando a la Cruz del Humilladero observó que la gente se arremolinaba entorno a algo. Mediante empujones se abrió paso entre sus parroquianos; quienes observaban atónitos como Fray Mateo Iulian rezaba, frente a la citada Cruz, suspendido en el aire.

-¡Bendito sea el Señor! –Exclamó el Presbítero, mientras se santiguaba a toda prisa.

Dº Remigio había leído y escuchado muchas veces hablar de la capacidad de levitar que tenían aquéllos considerados como Santos; pero jamás pensó que llegaría a verlo en esta vida terrenal.

Inmediatamente se arrodilló y ordenó a todos los presentes que hiciesen lo mismo que él y que le acompañasen en el rezo del Rosario; ya que sencillamente lo que estaban viendo era la prueba manifiesta de que los milagros existían.

 

 

 Relato basado en el libro de Fray José de Santa Cruz. Crónica de la Provincia Franciscana de San Miguel, parte I. pág. 482.                         

Autor: CHUCHI del Azevo

Abril de 2012

 


DE ILUMINADOS, EREMITAS, SANTOS Y ASCETAS (III)




                Otto era uno de esos gigantones soldados teutónicos que llegaron a estas tierras de la mano del Emperador Carlos I de España y V de Alemania. Rubio, con una piel blanca mortecina y unos enormes ojos grises era el terror de sus enemigos; sobre todo cuando esa mole humana entraba en combate blandiendo su afilada espada.

                Llevaba ya algún tiempo por estas tierras de Coria y de Sierra de Gata cuando un buen día, nadie sabe muy bien el motivo, decidió cambiar de vida y hacerse monje. Es lo que tiene andar por estos lares seráficos, que uno puede sentir la llamada Divina en cualquier momento.

                A parte de hacerse monje franciscano decidió cambiarse el nombre, a partir de ese momento se llamaría Padre Cuneo. Aunque se desvinculó del ejército nunca perdió el contacto con sus antiguos compañeros de batallas y durante mucho tiempo siguió instruyendo a los soldados de su nacionalidad que se encontraban acantonados en Coria.

                Hasta el final de sus días su vida transcurrió de pueblo en pueblo de esta serranía altoextremeña; aunque siempre, al atardecer, procuraba estar de vuelta a su nuevo hogar, el Convento de San Miguel en San Martín de Trevejo.

                Poco a poco su vida se fue agotando hasta que una noche de invierno y después de una vida intensa, ésta llegó a su fin. Sus hermanos conventuales y sus vecinos mañegos decidieron enterrarlo en la iglesia del Convento, más concretamente en el lado de la Epístola.

                Los años transcurrieron y entre aquellos que lo conocieron nunca se olvidó sus penitencias, apostolado, méritos y virtudes. Ya en el año del Señor de 1675 su tumba fue abierta y se encontró su cuerpo incorrupto, siendo trasladados dichos restos en loor de santidad.

 

Relato basado en el libro Jálama y su Comarca del Párroco Dº Samuel Sousa Bustillo

Autor: CHUCHI del Azevo

Mayo de 2012   


 

domingo, 18 de octubre de 2020

HACIENDO TURISMO


Una pareja de jóvenes acebanos decidieron un verano invitar a la madre de uno de ellos a un viaje por tierras gallegas. 

La pareja decidió programar una visita a una típica casa de campo gallega, que había sido previamente restaurada para que sirviese de centro de interpretación de cómo vivían las familias galaicas.

Antes de entrar a la casa-museo los jóvenes se encendieron un porro para disfrutar de una manera especial de la visita. A lo largo del trayecto el grupo de visitantes se reunía una y otra vez entorno al guía que iba explicando los objetos que se encontraban en las distintas estancias. A cada explicación la madre acebana que les acompañaba la remataba siempre con la misma frase:

-Igualitu señor que en el mi puebro.

Todos los visitantes sorprendidos y entre chascarrillos en voz baja comentaban la situación tan anecdótica que esa acebana les estaba haciendo vivir. Mientras tanto la jóven pareja, azorados por la situación y devueltos a la realidad de la evasión de la que hasta entonces disfrutaban a la que les había llevado el colocón del peta que se acababan de fumar, intentaban evitar las intervenciones tan llamativas de esta acebana tan singular. Pero la visita siguió y las intervenciones no pararon. El recorrido finalizaba en la cocina de la casa y cuando el guía exlicaba los objetos que allí se encontraban, se detuvo en uno de ellos.

- Y aquí pueden ver las llares que usaban los propietarios de la vivienda

-¡Tó!, pu eso es como en la canción -Puntualizó la acebana

-¿Perdón señora, cómo dice? -Preguntó el guía.

-Pu sí, que eso es como dici la canción. ¿Ondi están las llavis matarili,rilelon?

Los acompañantes de la visita que habían contenido las risas durante todo el trayecto explotaron en una carcajada conjunta que indujo a la pareja, una vez finalizado el recorrido, a encenderse un peta más grande que el anterior para intentar asimilar la situación tan subrealista que les había hecho vivir su familiar.

Autor: CHUCHI del Azevo

Octubre  2020


*Esta anécdota, totalmente verídica,  me la contó este agosto covid-estival en la terraza del Trébedes la hija de esta acebana universal a la que yo tengo un aprecio especial.

 

 

miércoles, 14 de octubre de 2020

ENSABANAOS

 


Nadie, o casi nadie los ha visto y sin embargo forman parte de la tradición oral de algunas localidades de nuestra comarca.

Según lo que ha llegado hasta nuestros días los Ensabanaos eran personas que en un momento dado habrían realizado alguna promesa de carácter religiosa por algún motivo desconocido.

Oculta la personalidad de estos penitentes bajo una gran sábana blanca, y guiados en la oscuridad de la noche por la luz de un pequeño farol, a la vez que se protegían con un gran bastón o porra, estos personajes anónimos se dedicaban a recorrer algunas calles de los núcleos urbanos evitando encontrarse con sus convecinos, hasta llegar al destino fijado en su penitencia.

            Si en algún momento alguien intentaba identificarles ellos defendían su anonimato con todos los medios a su alcance; por este motivo, y por el secretismo que les envolvía, la mala fama pronto se cebó en ellos.

Por lo general solían aparecer en épocas de grandes celebraciones religiosas o en fechas de gran exacerbación católica.

Esta figura de un gran valor antropológico está muy cercana a todos esos ritos y rituales que se viven durante la Semana Santa por lo que se podría decir que el Ensabanao es un personaje de transición cercano a los Nazarenos de las procesiones religiosas de Semana Santa.   

Su figura también sirvió para atemorizar a mujeres y niños, al igual que se hacía con otros seres de nuestra mitología serragatina.

Se cuenta la anécdota de un tabernero de una población de la comarca que en un momento de descanso, en una noche estival de las fiestas patronales de agosto, fue interrumpido su estancia en el mundo de Morfeo por la aparición en su local de dos Ensabanaos. Debió ser tal el susto que se llevó este trabajador del Dios Baco que estuvo a punto de caerse de la silla en la que dormitaba; una vez recuperado de tan traumática visión desempolvó su escopeta de caza y salió como un poseso por las calles de la localidad para dar caza a uno de esos ejemplares de esa mítica especie serragatina, que a buen seguro sería digno de estar en su sala de trofeos.

 

Autor: CHUCHI del Azevo

Acebo 2009

 


lunes, 12 de octubre de 2020

¿UNA LEONA EN SIERRA DE GATA?

 


Don Gaspar Revuelta había  llegado al café-casino de Payo hacía un buen rato , se sentó en una mesa cerca de una de las ventanas que daban a la calle; mientras La Julia le traía su habitual café de puchero portugués con la copita de aguardiente y el ejemplar del diario ABC que recibían siempre a esa hora de la mañana. Comenzó  a ojear el periódico, leyendo los titulares de las noticias hasta que por fin se detuvo en la sección de sucesos que era la parte de la prensa que más le gustaba.

                Había finalizado las clases en la escuela hacía un buen rato. El día había sido un poco estresante; Juanito, el hijo de la Tomasa que era el alumno más revoltoso que tenía, le había amargado toda la mañana y a pesar de haberle dado varios capones en la cabeza y castigado en cruz de cara a la pared ya no pudo controlar al resto de los alumnos que habían imitado a su compañero de aula.

                Por fin apuró la copa de aguardiente, cerró el periódico, se levantó y dirigiéndose a la barra golpeó ésta con el canto de una moneda de cinco pesetas para advertir a la Julia que le cobrase.

-¿Qué…ya de regreso, Don Gaspar?

-Pues sí Julia, ya es hora de llegar a casa y olvidarme del día que me han dado esos diablos; sobre todo el puñetero Juanito, no hay quien lo meta en cuerda derecha.

-¡Bueno Don Gaspar, si es un niño! ¿Qué quiere Usted? Si tenían que estar por ahí jugando y se pasan el día encerrados.

-Ya pero tienen que aprender lo máximo posible ya que el mundo es cada vez más complicado y les van a exigir mucho. Bueno Julia, lo dicho, hasta mañana. 

-Hasta Mañana D. Gaspar y conduzca con cuidado.

-Venga, nos vemos mañana, gracias.

                D. Gaspar caminó hasta su viejo seat 600 que siempre dejaba aparcado cerca de la escuela. Le costó varios minutos arrancarlo; quizás porque el pobre ya llevaba varios miles de kilómetros recorridos con sus ruedas.

                El trayecto por la carretera que cruzaba íntegramente el Puerto de Santa Clara se le volvía monótono; siempre el mismo paisaje anodino que no le aportaba nada, como le sucedía con su aburrido trabajo. Su conducción se fue relajando mientras su mente se evadía con pensamientos gratificantes para él; era la parte del día que más le gustaba, perderse en historias alucinantes que le permitían ser y estar donde le apeteciese.

                De repente a la salida de una de las curvas de esa carretera apareció ante él la silueta de un animal, justo en medio del pavimento. Instintivamente pisó a fondo el pedal del freno, el coche se detuvo bruscamente; mientras un rugido ensordecedor espantó a los pájaros que se encontraban en las copas de los árboles. Don Gaspar se quedó gélido al observar delante de su vehículo lo que él creía que era una leona, no se atrevió a apearse del auto; aunque inconscientemente cerró la ventanilla del mismo. El animal rápidamente abandonó la carretera y se internó en la frondosidad del bosque.

                Al instante Don Gaspar arrancó de nuevo el vehículo, esta vez lo consiguió al primer intento, y pisando a fondo el acelerador emprendió una rápida huida; aquello que acababa de ver era una magnífica y esbelta leona en plena Sierra de Gata. ¿Quién había podido traer a ese animal hasta allí?, ¿cómo podía andar suelto un animal tan peligroso por aquellas tierras? Las preguntas le  bloqueaban, no era capaz de pensar; sin darse cuenta al cabo de una media hora se encontraba frente a las puertas del Cuartel de la Guardia Civil de Hoyos, el subconsciente le había llevado hasta allí para denunciar el asombroso encontronazo.

                La noticia rápidamente corrió como la pólvora por los pueblos de la Comarca. En los días siguientes las partidas de voluntarios para dar caza a tan exótico animal se convirtieron en multitudinarias; surgiendo versiones para todos los gustos: que si se había escapado de un circo, que si era el animal de compañía de un veterano portugués de la guerra de Angola, etc, etc. aunque al final se confirmó que lo que vio el excelso maestro Don Gaspar no fue ni más, ni menos que un perro de grandes dimensiones.

 Relato basado en la noticia publicada en el diario ABC el 25 de junio de 1969

Autor: CHUCHI del Azevo

Noviembre de 2012 


UNA FANFARRONADA BASTANTE CARA

 


-¡Dame otra copa de coñac! –le ordenó Tomás al Tío Julio; uno de los muchos taberneros de Torre de don Miguel.

-Ya has bebido bastante Tomás; déjalo, es mejor que te marches a casa, seguro que te está esperando la Juana con los críos. Además más vale que guardes el dinero no sea que lo vayas a necesitar más adelante.

                Tomás era uno más de los números jornaleros reconvertidos  en mineros de Torre de don Miguel que habían pasado de la escasez más absoluta a ganar en un solo día miles de duros.

                Hombre corpulento, Tomás contaba 25 años por aquellas fechas y a pesar de su juventud ya tenía cuatro preciosos retoños. Como muchos otros sabía lo que era trabajar duro desde joven y de igual forma lo que era mendigar un jornal; por eso ahora no daba crédito al maná que brotaba a borbotones de las entrañas de la tierra.

                Al principio guardaba algo del dinero que ganaba; pero luego se dejó arrastrar, como muchos otros, por la dinámica de gastarse lo ganado en el día en vino, licores y excesos; ya que la experiencia le decía que tan sólo se tenía que levantar de nuevo y picar durante todo el día en la mina para bajar, una vez más, con los bolsillos repletos de dinero.

                Aún así la Juana y los niños seguían padeciendo las mismas necesidades de antaño y a ella no le quedaba más remedio que pedir fiado en el comercio y la tahona, a sabiendas de que los comerciantes locales se aprovechaban de gentes como ella; apuntando el género y el pan fiado con el sistema que denominaban popularmente de  tenedor; si compraban un pan el avispado comerciante les apuntaba dos ó tres, según la familia que fuese.

-¿Necesidades, Julio? –preguntó alterado Tomás. Eso lo pasarás Tú que no tienes lo que hay que tener para picar; Yo sólo tengo que levantarme mañana y seguro que gano más que Tú en todo el día detrás de la barra de este cuchitril.

-¡Pues se acabó! –le respondió ofendido el tabernero. A faltar a otro sitio, si no sabes mear aquí tampoco bebes y si no te gusta el sitio ya sabes donde tienes que ir….; a ver si te admiten en el casino de los ricos del pueblo.

                Tomás cogió su hatillo y en tono amenazante y sujetándole la mirada al tabernero con sus ojos vidriosos le retó con un:

-¡Ahora verás!

                Con un andar que evidenciaba su estado etílico salió por la puerta de la taberna; mientras el Tío Julio se asomaba por el ventanuco intrigado por ver que haría semejante individuo.

                Tomás cruzó la plaza de Torre ante la atenta mirada de un joven Luis quien jugaba con sus amigos a las chapas. Finalmente el minero entró en el casino del pueblo; pero al poco rato el camarero del mismo lo sacaba a empujones.

-¡Venga desgraciado muerto de hambre, lárgate de aquí!

-Mi dinero es tan bueno como el de los señoritos –le balbuceó un Tomás cada vez más beodo. Ahora vais a saber todos los de este pueblo quién soy Yo, desgraciados.

                Y caminando hasta el centro de la plaza sacó un puro que acababa de comprar en el casino y colocándoselo en la boca lo encendió usando un billete de quinientas pesetas.

                Aquella noche, como solía ser habitual, la Juana y sus cuatro vástagos tuvieron que repartirse para cenar un chusco de pan y el caldo de una sopa de hierbas recogidas en la orilla de un regato próximo al pueblo.

 

Autor: CHUCHI del Azevo

Septiembre de 2012