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lunes, 14 de noviembre de 2016

CONFESIONES DE UN MAQUIS DE SIERRA DE GATA



Elisardo Ferrera llevaba tres días en una celda inmunda de la prisión de Plasencia, situada ésta en la calle del Rey número ocho, cuando se le acercó para hablar con él un individuo misterioso que no había parado de observarle desde que llegó al presido.
-Hola, ¿qué tal?- le inquirió un sujeto taciturno y mal encarado.
-Pues te puedes imaginar -le respondió Elisardo, intrigado éste por la amabilidad de su compañero de presidio a quien todo el mundo, hasta los guardias, rehuía.
- Se dice que eres de Santibáñez el Alto, ¿Es cierto eso?
-¿Quién lo pregunta? -le respondió de nuevo el joven Elisardo.
-Un amigo -le susurró espontáneamente el maqui- quien conoce bien lo que últimamente ha pasado en tu pueblo.
-¿A qué te refieres?
-A algo que me gustaría que la historia el día de mañana narrase; ya que seguramente en tu lugar debería estar aquí otro paisano tuyo que parece ser que tiene buenas agarraeras entre los funcionarios del Ayuntamiento de tu pueblo.
-¡Eh…! ¿Qué insinúas? ¿Es que sabes quién me ha denunciado?
-No, pero tú estas aquí por querer dar de alta al partido comunista en tu pueblo y sin embargo el que facilitó la entrada hace varios meses de un grupo de maquis en Santibáñez el Alto está libre como el cuco.
-¿Cómo sabes tú que los maquis entraron en mi pueblo?
-Muy sencillo porque yo era uno de ellos.
-¡Qué me dices!
-Lo que oyes. Éramos un grupo de diez y el que nos facilitó la entrada es uno que luego se ha hecho la víctima; pero la realidad es que fue él el que nos dijo a qué casa teníamos que ir y a quién teníamos que secuestrar y pedirle  dinero por su rescate.
                Elisardo se quedó pensativo un buen rato no daba crédito a lo que le estaba contando aquel hombre enigmático que no tenía nada que perder pues dentro de unos días lo iban a fusilar. No quiso seguir preguntando y ni tan siquiera quiso seguir en compañía de aquella persona; quien una vez más le venía a confirmar aquel dicho tan famoso en Sierra de Gata: Quien tiene padrino se bautiza y el que no se queda moro.

Autor: CHUCHI del Azevo
2012


sábado, 12 de diciembre de 2015

ÁRBOLES DE PIEDRA EN SIERRA DE GATA

En numerosas ocasiones, cuando hemos visitado pueblos como: Santibáñez el Alto, Torre de Don Miguel, Valverde del Fresno y Moraleja nos hemos encontrado con unas construcciones a las afueras de estas localidades realmente singulares y que los lugareños de estas poblaciones las conocen por el nombre de rollos.


Rollo de Valverde del Fresno

Gracias al trabajo publicado por el Museo de Cáceres “Los Árboles de Piedra, Rollos y Picotas de la Provincia de Cáceres”, año 2004, hemos podido adentrarnos en el curioso mundo de la justicia medieval y a la vez comprender la importancia y significación de estos monumentos que en un inicio se extendieron por la mayor parte de las villas de nuestro país.
Según el citado estudio, en un origen había que distinguir dos tipos de construcciones que tenían dos finalidades claramente diferenciadas, una era la Picota y la otra era el Rollo.



Picota de Penamacor (Portugal)

La Picota era un instrumento que se utilizaba claramente para condenar al escarnio público a todos aquellos que habían cometido cualquier tipo de delito menor, como podían ser (robo, fraude en las medidas, venta de productos en malas condiciones, etc….). En una sociedad como la medieval en la que no existía nada más sagrado que la honra, el exponer públicamente al infractor de un delito era como condenarle al ostracismo más absoluto.
El Rollo, en cambio, era un instrumento por el que se valían ciertas localidades para demostrar su condición de villa y su capacidad de dictar y aplicar leyes; es por ello que en algunos de estos rollo aparece un escudo que bien podía ser el del rey (como teóricamente sucede con el de Moraleja, cuyo escudo se atribuye a Felipe IV), bien el de un señorío, o como sucede con el de Santibáñez el Alto el de una orden  militar, como la de Alcántara.


Rollo de Moraleja


Con el transcurso del tiempo ambos instrumentos de nuestro sistema jurídico se fusionaron y permanecieron unificados durante siglos, hasta que con las cortes de Cádiz se dictó que ese símbolo del poder señorial debía desaparecer de todas aquellas villas y lugares del territorio nacional.
La estructura de todas estas construcciones son muy similares. Sobre una grada de sillares se eleva una columna que se ve rematada normalmente con unos elementos decorativos que suelen tener su origen en el bestiario medieval. En algunos casos, como hemos comentado anteriormente, suelen tener representados un escudo y algunos de ellos se ven coronados con una cruz, como sucede con el de Santibáñez el Alto (Cruz de la Orden de Alcántara) .



Rollo de Santibáñez el Alto

La ubicación de estas construcciones, en numerosas ocasiones, daban nombre a la zona donde se instalaban. De esta manera no nos debe extrañar la proliferación de plazas con el nombre de “Plazas del Rollo”, como sucede en Coria, donde según una fotografía recogida del libro de Publio Hurtado “ Castillos y Casas Fuertes de la Provincia de Cáceres” en la actual plaza del mismo nombre existió una construcción de este tipo y que en la actualidad ha desaparecido muy probablemente fruto del desarrollismo sesentero.




Rollo de Coria (Plaza del Rollo)

Por suerte, en otro caso, como el del Rollo de Torre de Don Miguel, éste fue rehabilitado por el estudiosos de la Villa Don Telesforo Torres, quien se encargó de buscar todas las piezas del mismo que en un huracán desperdigó por los alrededores de su ubicación original.




Rollo de Torre de Don Miguel