Don Fausto nació el 6 de septiembre de 1894 en Villasbuenas de Gata, cerca de las ruinas del
suntuoso palacio del antiguo señor feudal de esa localidad.
Sus
padres fueron Zenón Cantero Calzada y Doña María del Socorro Roncero Arroyo,
ambos maestros nacionales de Villasbuenas de Gata.
Su
padre murió muy joven durante su labor en Casar de Palomero y después de haber
sido inspector de educación por la Diputación de Cáceres de las míseras
escuelas de las Hurdes. La madre ejerció su profesión hasta jubilarse el 27 de
diciembre de 1927; ella sería la que inculcaría a su hijo todo el sentir
religioso.
Su
juventud transcurrió en Villasbuenas de Gata junto a otros niños de su edad,
jugando, haciendo excursiones al campo, cogiendo nidos, etc. Su madre, cuando
fue más mayor, le hizo servir de monago durante varios años en la iglesia
parroquial de Villasbuenas de Gata y posteriormente de sacristán honorario. Cuando
ésta observó la temprana vocación religiosas de su hijo le aconsejó que fuese al seminario. Don Fausto
Cantero Roncero ingresó en el seminario conciliar de la Inmaculada Concepción y
San Pedro Apóstol de Coria en el año académico de 1908 a 1909, estudiando allí
hasta 1918.
Durante
sus años en el seminario fue un gran animador de las veladas de otros
estudiantes, convirtiéndose en un gran organizador de festejos, en un perfecto
rapsoda, un tramoyista, un buen dibujante y hasta un curioso músico. Dirigía,
organizaba y creaba obras de teatro que eran el deleite de todos sus
compañeros.
El
27 de diciembre de 1918 cantó por primera vez misa, este hecho transcendental
en el mundo del sacerdocio tuvo lugar, como no podía ser de otra manera, en su
población natal, Villasbuenas de Gata. Una vez ordenado sacerdote recibió el
nombramiento de coadjutor para Cilleros, de ahí sería nombrado coadjutor de la
parroquia de Santa María de Brozas.
El
15 de mayo de 1920 obtuvo licencia especial para predicar pláticas a las religiosas
carmelitas de Brozas; tenía por entonces unos 26 años cuando se le otorgó esta
licencia, algo excepcional en el mundo del sacerdocio. Posteriormente el futuro cardenal Segura le ofreció la
capellanía del colegio de Santa Cecilia del convento de Cáceres donde se
educaba la aristocracia femenina local. Su trabajo al frente de dicho colegio
fue tan loable que el 10 de enero de 1921 el Obispo de Coria le nombró su
capellán. Entre 1921 y 1922 fue nombrado profesor del segundo y tercer curso de
latín y humanidades del Seminario de Coria.
Don
Fausto fue un gran enamorado y defensor de Villasbuenas de Gata y siempre que
podía hacía propaganda del baño de la Cochina, recomendándoselo a todos los
enfermos que conocía; en Toledo siembre tenía una botella con el líquido
elemento de ese lugar. Además se encargó de la remodelación y saneamiento de la
parroquia de esa población y la dotó de preciosos bienes ornamentales, como
cálices y vestiduras sagradas. La vivienda de su madre se convirtió por
mediación suya en la casa rectoral de la localidad, donando el dinero obtenido
por la venta de la misma a la parroquia.
Durante
mucho tiempo fue un fiel colaborador del periódico católico Extremadura en el
que publicó infinidad de artículos. El 16 de septiembre de 1926 ya fue nombrado
prelado del arzobispo de Burgos, el señor Segura. En los años siguientes se
convirtió en un fiel colaborador y acompañante del Cardenal Segura.
El
27 de noviembre de 1930 el Rey firmó el nombramiento de Don Fausto para un
beneficio vacante en la iglesia primada de Toledo, recibiendo felicitaciones
desde todos los puntos de España; pero la que más ilusión y satisfacción le
produjo fue la enhorabuena del Cardenal Segura, su mentor y amigo. Con el
tiempo se convertiría en capellán de uno de los conventos más importantes que
tuvo Toledo, el Real Monasterio de Santa Clara; trabajando durante años
intensamente para recuperar su rico patrimonio y para que fuese declarado
monumento nacional.
A
pesar de encontrarse durante muchos años fuera de nuestra tierra fue un firme
defensor de Extremadura; en especial, como se ha dicho, de Villasbuenas de
Gata; pero además siempre mostró una especial devoción por las Hurdes, comarca
a la que viajó habitualmente y por la que trabajó intensamente.
A medida que
la República se consolidaba y la sociedad española se polarizaba Don Fausto
tomaba también posiciones políticas y se decantó claramente por el movimiento
requeté, sintiendo muchísimas simpatías a su vez por el falangismo.
Estando
destinado en Toledo le sorprendió el inicio de la guerra civil y al poco tiempo
fue detenido por los milicianos quienes habían ocupado el palacio episcopal y
su casa; instalando en ellos sendos cuarteles de la C.N.T. y de la F.A.I. Durante días permaneció encerrado
hasta que fue fusilado el 23 de agosto de 1936 junto al deán Polo Benito.