Elisardo Ferrera
llevaba tres días en una celda inmunda de la prisión de Plasencia, situada ésta
en la calle del Rey número ocho, cuando se le acercó para hablar con él un
individuo misterioso que no había parado de observarle desde que llegó al
presido.
-Hola, ¿qué tal?- le inquirió un
sujeto taciturno y mal encarado.
-Pues te puedes imaginar -le
respondió Elisardo, intrigado éste por la amabilidad de su compañero de
presidio a quien todo el mundo, hasta los guardias, rehuía.
- Se dice que eres de Santibáñez
el Alto, ¿Es cierto eso?
-¿Quién lo pregunta? -le
respondió de nuevo el joven Elisardo.
-Un amigo -le susurró
espontáneamente el maqui- quien conoce bien lo que últimamente ha pasado en tu
pueblo.
-¿A qué te refieres?
-A algo que me gustaría que la
historia el día de mañana narrase; ya que seguramente en tu lugar debería estar
aquí otro paisano tuyo que parece ser que tiene buenas agarraeras entre los funcionarios del Ayuntamiento de tu pueblo.
-¡Eh…! ¿Qué insinúas? ¿Es que
sabes quién me ha denunciado?
-No, pero tú estas aquí por
querer dar de alta al partido comunista en tu pueblo y sin embargo el que
facilitó la entrada hace varios meses de un grupo de maquis en Santibáñez el
Alto está libre como el cuco.
-¿Cómo sabes tú que los maquis
entraron en mi pueblo?
-Muy sencillo porque yo era uno
de ellos.
-¡Qué me dices!
-Lo que oyes. Éramos un grupo de
diez y el que nos facilitó la entrada es uno que luego se ha hecho la víctima;
pero la realidad es que fue él el que nos dijo a qué casa teníamos que ir y a
quién teníamos que secuestrar y pedirle
dinero por su rescate.
Elisardo
se quedó pensativo un buen rato no daba crédito a lo que le estaba contando
aquel hombre enigmático que no tenía nada que perder pues dentro de unos días
lo iban a fusilar. No quiso seguir preguntando y ni tan siquiera quiso seguir
en compañía de aquella persona; quien una vez más le venía a confirmar aquel
dicho tan famoso en Sierra de Gata: Quien
tiene padrino se bautiza y el que no se queda moro.
Autor: CHUCHI del Azevo
2012
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