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lunes, 5 de agosto de 2019

LA INDUSTRIA RESINERA DE GATA

En el año 2014 se comenzó en Villasbuenas de Gata con las resinación de pinos, pinus pinaster; pasados ya casi cinco años de la recuperación de esta industria ancestral, la misma se ha consolidado de manera activa en el municipio de Gata. 
Cerca de 20 personas explotan una masa forestal de alrededor de cien mil pinos en este municipio serragatino. Los beneficios no son sólo económicos; ya que gracias a la recuperación de esta industria una parte de estos trabajadores han descartado la emigración, a lo que hay que añadir una mayor vigilancia y cuidado del monte gateño que evita desastres medioambientales como los grandes incendios que de vez en cuando asolan nuestra Comarca.
Puede que dicha industria no sirva por sí sola para mantener en exclusividad a estas personas, pero lo que sí está claro es que se convierte en un complemento a sus ingresos procedentes de otras actividades agrícola-ganaderas. Esta actividad, que dura unos nueve meses al año, no deja de ser un valor añadido muy importante para una Comarca que en las últimas décadas ha ido viendo como todas sus actividades económicas han entrado en franco declive.








lunes, 16 de julio de 2018

POR EL VENTORRO DE PORHORAS, Puerto de Perales

Es una de las zonas de Sierra de Gata que primero se divisan cuando uno entra desde Salamanca en Extremadura, marca el límite entre el término municipal de Acebo y Gata. Por los restos de actividad humana que por allí uno se encuentra está claro que la zona estuvo muy transitada durante diferentes épocas; pero lo que realmente llama la atención son las grandes rocas ciclópeas que allí se asientan sobre peñascos diminutos como si de expertos funambulistas se tratasen.











El tío de la boina




El lugar toma el nombre de de uno de los corrales que hace décadas servían para guardar el ganado de alguno de los vecinos de Acebo. Aquí las imágenes de lo que en otra época fue una próspera explotación ganadera.










martes, 7 de febrero de 2017

FRANCISCO MONTEJO, un carlista mañego



El carlismo en Sierra de Gata es una de las etapas más desconocidas dentro de la historia de esta serranía; sin embargo la comarca y algunos de sus vecinos jugaron un papel decisivo en la Primera Guerra Carlista.
Uno de esos serragatinos que mantuvo en jaque a las fuerzas leales a la Reyna Isabel II entre los años 1833 a 1839 fue el mañego Francisco Montejo. Este zapatero remendón, como se encargaron de puntualizar las fuerzas liberales que combatían a las realistas de Don Carlos, consiguió mantener viva la llama del carlismo en la parte más noroccidental de la provincia de Cáceres; al cruzar la frontera luso-española en sucesivas ocasiones, a la vez que practicaba todo tipo de razzias por los lugares por los que pasaba.
Su nombre se convirtió en una auténtica obsesión para los personajes encargados de reprimir cualquier conato de carlismo en Extremadura. Rodil y Méndez Vigo, al mando de las tropas liberales en la región de Extremadura, le intentaron dar caza en sucesivas ocasiones y aunque en alguna de ellas estuvieron a punto de apresarle, Francisco Montejo consiguió siempre evitar su captura.
Al frente de una facción de carlistas de entre 10 y 50 individuos, dependiendo de la época, asaltó poblaciones y cortijos; desarmó a militares isabelinos; robó a representantes de las instituciones públicas liberales e impuso en buena parte de la provincia de Cáceres y en la casi totalidad de las poblaciones de Sierra de Gata la fidelidad al Rey Dº Carlos.  
Contó sobre todo con el apoyo de los cantones de Gata y de Coria; así como con una amplia red de colaboradores que iban desde altos miembros del Obispado de Coria, hasta los contrabandistas de Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo; pasando por el apoyo económico e intelectual de nobles como el adinerado vecino de Gata Dº Juan Guillen y Godínez, quien formó parte del séquito real de Dº Carlos; e incluso fue auxiliado por la fraternal amistad guerrera de los legitimistas portugueses.
Con el paso del tiempo se convirtió en uno de de los últimos carlistas, por no decir el último, que mantuvo viva la llama del Carlismo en la provincia de Cáceres; perdiéndose su rastro una vez finalizada esta primera guerra carlista allá por el año de 1839. 

domingo, 16 de octubre de 2016

CARLOS I DE ESPAÑA y V DE ALEMANIA,su huella en Sierra de Gata

La guerra de las Comunidades o de los Comuneros también dejó su huella en la Sierra, prueba de ello son los escudos de Carlos I de España y V de Alemania que todavía se conservan en las poblaciones de Villamiel, San Martín de Trevejo y Gata.


Villamiel

La fidelidad de estas poblaciones a la Corona fue premiada con el honor de poder lucir en sus edificios y calles el Escudo Real del entonces Todopoderoso Emperador del Mundo. 


San Martín de Trevejo

La guerra de los comuneros no tuvo especial incidencia en la Sierra ya que la orden militar que la controlaba mayoritariamente era la Orden de Alcántara, la cual estaba regida directamente por la Corona; otras como la del Hospital, que controlaba la encomienda de Trevejo, también apoyó la causa realista. Además buena parte de los pueblos de la sierra eran señoríos de importantes nobles, Duque de Alba y los Pacheco, que también permanecieron fieles a la Corona. 


Gata
Tan sólo el castillo de Salvaleón ,o la ciudad del mismo nombre, en Valverde del Fresno se vio arrasada por la orden imperial, ya que la consideraron refugio de las fuerzas afines a los comuneros


miércoles, 22 de junio de 2016

FELI DE GATA

Feli de Gata ama las palabras y los versos que con ellas puede construir. Desde su privilegiado mundo de Sierra de Gata, entre Cadalso y Gata, donde nació hace ya unas cuantas décadas y que tanto le ha inspirado glosa el sentir de estas tierras y de sus gentes.
Escribió su primer poema con tan solo diez años, Poema Escolar, a partir de ahí no ha dejado de escribir versos que expresasen sus sentimientos más íntimos. Pureza Canelo no dudó en calificar su poesía de auténticamente lírica.





lunes, 2 de mayo de 2016

GÁRGOLAS SERRAGATINAS, el medievo en Sierra de Gata

Existe un mundo mitológico, petrificado, que nos observa desde las alturas de los centros de culto que se levantan en cada uno de nuestros pueblos. Las gárgolas, como se denominan según la ortodoxia arquitectónica, pasan desapercibidas para la mayor parte de los habitantes de las poblaciones en las que se encuentran.
El ideal quimérico que las ideó se nutre de un bestiario medieval que ha metamorfoseado a unos seres mitad humanos y mitad animales o simplemente animales que en el imaginario de sus creadores pretendían recrear en el mundo de los vivos un inframundo, que les recordase a los pobres mortales lo que les podía esperar si no cumplían con los correspondientes preceptos religiosos de cada una de las épocas en las que fueron creadas.

Destacan por su perfección las que decoran la Ermita del Cristo de Torre de Don Miguel. En este pequeño eremitorio el artista combinó desde seres diabólicos a otros cuyo miembro fálico sorprende a los transeúntes. 





         

  



  

  



La parroquia de Villasbuenas de  Gata no es que sea la que mejor sirva de ejemplo por el número de gárgolas; pero en cambio nos llama la atención la única de ellas que conserva y que representa la cabeza de un carnero:




  


Las gárgolas de Torre de Don Miguel están ambientadas en un mundo animalista; sin embargo parecen proceder de una época anterior a la medieval. Quizás se encuentren vinculadas al mundo romano como parecen indicar algunos de los sillares con los que se construyó la singular parroquia de esta villa. 


  






   





La villa de Gata es la que conserva mayor número de estas esculturas pétreas y sin duda donde el artista-escultor mayor esmero y empeño mostró. Los seres del inframundo, que desde las cornisas de esta iglesia observan impávidos a los tristes mortales, son testigos mudos del paso de la historia; esa historia que trajo a los ejércitos napoleónicos que en una noche de odio incendiaron la villa y violaron la morada de estos diablillos burlescos. 


  


 



  

  


La Leal y Noble Villa de Moraleja guarda en su humilde parroquia los mejores ejemplos serragatinos de unas gárgolas alegóricas al mundo del agro. Es sin lugar a dudas el mejor exponente de la visión terrenal de unos creadores que quisieron dejar plasmado su visión limitada al mundo agropecuario ibérico.