lunes, 10 de agosto de 2020

UN PASEO FOTOGRÁFICO POR VILLASBUENAS DE GATA

Hace ya varías décadas que corrí mis últimas vaquillas en Sierra de Gata en la localidad de Villasbuenas de Gata. Esos vecinos sabían festejar las becerradas como se habían hecho toda la vida en los pueblos de la Sierra; sabían convertirlas en un pequeño encierro por sus calles y plazas en las que los morlacos desafiaban a jóvenes y adultos a un lance quijotesco. 

Pero Villasbuenas es algo más que sus vaquillas, es una población que conserva un pasado histórico monumental que precisamente no se ciñe a su parroquia como sucede en otros municipios de la Comarca.



Villasbuenas tiene uno de los pasados más ancestrales de Sierra de Gata como así lo demuestra el poblado vetón del Castillejo. En él se halló una de las muchas aras romanas que se han descubierto en la comarca; aunque el poblado es bastante anterior, probablemente del Calcolítico o de la Edad del Bronce  y posteriormente rehutilizado por las tribus que lucharon contra Roma.




La Casa de la Mujer Panzuda sin duda es el centro de atracción de toda la villa. Perfectamente restaurada por Isabel, la arquitecta de la Mancomunidad, sigue guardando el enigma de por qué y por quién fue construida. Existen versiones de todo tipo desde que fue un prostíbulo hasta un hospital franciscano para pobres.






Casas solariegas blasonadas de escudos nobiliarios destacan en unas calles adormecidas por el tiempo.




La paz, la naturaleza y los remedios curativos domésticos son la esencia por los que es conocida Villasbuenas en toda la Comarca y en parte del mundo. Todo ello se concentra en el Baño de Cochina. Situado a las afueras de Villasbuenas, este espacio de salud curativo tiene un origen un tanto rocambolesco que le hizo tener un nombre entre balnearios y lugares dde aguas medicinales penínsulares.





La arquitectura funeraria en la provincia de Cáceres queda eqlipsada por uno de los monumentos funerarios más impresionantes que he conseguido ver en toda esta provincia extremeña, el Mausoleo de los Godínez de Paz. Ningún otro lo iguala en belleza y grandiosidad, y ello a pesar del abandono que sufre. 


















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