miércoles, 12 de agosto de 2020

UN PASEO FOTOGRÁFICO POR TREVEJO

El espacio tiempo se detuvo hace muchos lustros en Trevejo. Esta pequeña aldea atesora mil y una historias de la transierra extremeña. Desde lo alto de su cima se puede desenmarañar un paisaje milenario que ha cambiado en función de las necesidades de sus gentes y de los intereses de aquí y allá.





Anclado sobre rocas pétreas permanecen los restos de una de las fortalezas más disputadas del norte de Cáceres. Desde tiempos inmemoriales vio pasar a todo tipo de gentes por su recinto; árabes, templarios, leoneses y un largo etc; la conquitaron, la reconquistaron y la reformaron cientos de veces hasta que la pérdida de su valor estratégico la hizo caer en el olvido y la desidia.





La necrópolis medieval que se conserva a los pies del castillo nos habla de un pasado y unas gentes que labraron el terreno con tal extenuación que dieron forma humana a las rocas graníticas en las que quisieron ser enterrados para así dejar constancia de su presencia y esfuerzo.




La pequeña parroquia de Trevejo, en otros tiempos edificio sacramental de referencia entre los pueblos y aldeas recién repoblados por el ansia conquistador del reino leonés, conserva una de las torres espadañas más características de la provincia de Cáceres.  



A veces el estancamiento en el tiempo favorece la conservación de las esencias con las que una población fue creada en sus orígenes. Eso puede que le haya sucedido a Trevejo; ya que el modernismo mal entendido que ha dilapidado buena parte de nuestra arquitectura serrana jamás ha tenido aceptación en esta aldea, que espera la llegada del invierno para desaparecer de nuevo entre la espesura de las nieblas serragatinas.








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