La familia Godínez de Paz se extendió desde Villamiel por toda Sierra
de Gata. Una rama de esa familia se estableció en Acebo donde era poseedora de
un molino por concesión del Duque de Alba.
La familia que
regentaba el molino en nombre de los Godínez de Paz tuvo un hijo con un gran
potencial intelectual, sus padres hicieron todos los esfuerzos para que el
chico se hiciese cura. A este cura, hijo de molinero, le salió un sobrino igual
de inteligente que él; pero que no quería hacerse sacerdote.
El joven sobrino del cura estudió sus primeros años
en el Convento de Acebo; luego se marchó a la Universidad de Salamanca donde le
protegió el villamelano José de Jerez, catedrático de dicha Universidad.
Había nacido en
Acebo en 1760 y su nombre era Juan Acedo Rico. Formó parte de los manteístas,
los universitarios pobres que se enfrentaban a los colegiales universitarios de
origen noble formados en los colegios mayores.
Cuando terminó
los estudios universitarios, Juan Acedo Rico, pasó a formar parte de los
golillas, partido político del Conde de Floridablanca.
Fue nombrado
abogado del Consejo de Castilla. Sus escritos alcanzaron muy pronto fama por su
rigor jurídico: Apuntamientos prácticos para todos los trámites de los juicios civiles,
así ordinarios como extraordinarios, que se empiezan, continúan, y acaban en
los tribunales reales. Observaciones prácticas sobre los recursos de fuerza: modo y forma de
introducirlos, continuarlos y determinarlos en los tribunales reales superiores. Aunque el que le consagró fue: Exposición de un breve, en el cual el Papa
Pío VI concedió a Carlos III y sus sucesores facultad de percibir algunas
rentas eclesiásticas para emplearlas en los piadosos fines de S.M. Con este
estudio se legalizaba el que la Corona se podía quedar con la tercera parte de
las rentas de todas las capellanías incongruas del país. La Corona le premió
con el título de Conde de la Cañada en 1789.
Se casó con una
Amat, familia de rancio abolengo, y unió sus dos apellidos Juan Acedo-Rico y
Rodríguez. Cuando el Conde de Floridablanca cayó en desgracia él también perdió
sus privilegios. Volvió a Acebo y se construyó un caserón que todavía se
encuentra en pie. En 1816 nació su hijo Rafael, segundo Conde de la cañada y
teniente General. El primer Conde de la Cañada murió en Madrid en 1821.
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