jueves, 17 de diciembre de 2015

EL COMERCIO DE WOLFRAMIO ENTRE 1940 Y 1960 Y SUS EFECTOS EN ACEBO (CÁCERES)

El wolframio se convirtió en un maná que inundó la Sierra y sirvió en los duros años de la posguerra como una extraordinaria fuente de ingresos para infinidad de familias serranas que gracias a él pudieron capear mejor los efectos de una guerra civil que arruinó el país.


En Acebo, al igual que en otros pueblos serranos, surgió toda una industria y una cultura alrededor de este mineral, que incluso llegó a tener una copla que fue cantada una y mil veces por el conocido ciego de Perales.


El ciego de Perales

Las huellas de todas esas heridas que se le hicieron a la tierra en forma de minas aún hoy son visibles y en algunas de ellas todavía se puede entrar para observar las entrañas de una tierra que supo ser generosa con sus gentes en una época de máxima necesidad.


Explotación minera del Montechico Acebo

En el año 2009 decidí abordar por escrito los efectos que tuvo esa fuente de materia prima, que fue el mineral de wolframio, en la sociedad de Sierra de Gata y más concrétamente en la población de Acebo. Y como esos efectos son los mismo que se repiten en muchas poblaciones subdesarrolladas del mundo, que de la noche a la mañana se encuentran con esos minerales o fuentes energéticas por las que se pagan precios astronómicos y que son capaces de comprar voluntades, generar guerras y destrozar países.































miércoles, 16 de diciembre de 2015

SIERRA DE GATA EN LOS MAPAS

Existe un amplio catálogo de mapas históricos en los que se recoge la cartografía de Sierra de Gata y los pueblos que la integraban en cada una de las épocas en los que fueron dibujados. 
A modo de ejemplo cuelgo en este blog algunos de los que obran en mi poder para que el lector pueda apreciar la evolución histórica de nuestra Comarca.
















lunes, 14 de diciembre de 2015

CONVENTO DEL HOYO. Convento de la Virgen de Monteceli o Monte Coeli

Una de las maravillas de Sierra de Gata son los restos arqueológicos del Convento del Hoyo en Gata, también conocido por el nombre de Nuestra Señora de Monteceli o Monte Coeli.


Este convento franciscano fue un enclave importantísimo en la provincia seráfica que gobernó estas tierras durante siglos y cuya fundación la tradición atribuye al mismísimo Francisco de Asís y que fue visitado también por San Pedro de Alcántara.






Se cree que en 1399 ya existía un pequeño eremitorio en ese lugar rodeado de una exuberante vegetación y regado por un pequeño arroyo. La primera vez que se le citó fue en 1432 y en 1839 ya se encontraba en estado de ruina debido a la desamortización que se implantó en toda España.




A fecha de hoy se conserva el ábside eclesial con parte de sus bóvedas de crucería. Cerca del edifico principal se hallan los restos del claustro con arquerías de medio punto, además de un pequeño edificio que debió ser una pequeña ermita.




Los restos que se conservan en este enclave tan privilegiado de Gata nos indican la grandiosidad de un edificio y de una órden religiosa que marcó los tiempos durante siglos en nuestra Comarca.






Una de las curiosidades que se mantienen entre las paredes de este recinto conventual son los restos de un esgrafiado que se conservan entre los sillares de las paredes de este grandioso edificio. 


El acceso a los restos de este monumento puede resultar un poco complicado, entre otras cosas por la mala señalización con la que cuenta y que al senderista y al arqueólogo le pueden despistar; ya que las diferentes pistas forestales que se entrecruzan hasta llegar a él les pueden llevar a otros lugares, sin duda alguna interesantes pero que puede que no se encuentren entre sus objetivos.

sábado, 12 de diciembre de 2015

ÁRBOLES DE PIEDRA EN SIERRA DE GATA

En numerosas ocasiones, cuando hemos visitado pueblos como: Santibáñez el Alto, Torre de Don Miguel, Valverde del Fresno y Moraleja nos hemos encontrado con unas construcciones a las afueras de estas localidades realmente singulares y que los lugareños de estas poblaciones las conocen por el nombre de rollos.


Rollo de Valverde del Fresno

Gracias al trabajo publicado por el Museo de Cáceres “Los Árboles de Piedra, Rollos y Picotas de la Provincia de Cáceres”, año 2004, hemos podido adentrarnos en el curioso mundo de la justicia medieval y a la vez comprender la importancia y significación de estos monumentos que en un inicio se extendieron por la mayor parte de las villas de nuestro país.
Según el citado estudio, en un origen había que distinguir dos tipos de construcciones que tenían dos finalidades claramente diferenciadas, una era la Picota y la otra era el Rollo.



Picota de Penamacor (Portugal)

La Picota era un instrumento que se utilizaba claramente para condenar al escarnio público a todos aquellos que habían cometido cualquier tipo de delito menor, como podían ser (robo, fraude en las medidas, venta de productos en malas condiciones, etc….). En una sociedad como la medieval en la que no existía nada más sagrado que la honra, el exponer públicamente al infractor de un delito era como condenarle al ostracismo más absoluto.
El Rollo, en cambio, era un instrumento por el que se valían ciertas localidades para demostrar su condición de villa y su capacidad de dictar y aplicar leyes; es por ello que en algunos de estos rollo aparece un escudo que bien podía ser el del rey (como teóricamente sucede con el de Moraleja, cuyo escudo se atribuye a Felipe IV), bien el de un señorío, o como sucede con el de Santibáñez el Alto el de una orden  militar, como la de Alcántara.


Rollo de Moraleja


Con el transcurso del tiempo ambos instrumentos de nuestro sistema jurídico se fusionaron y permanecieron unificados durante siglos, hasta que con las cortes de Cádiz se dictó que ese símbolo del poder señorial debía desaparecer de todas aquellas villas y lugares del territorio nacional.
La estructura de todas estas construcciones son muy similares. Sobre una grada de sillares se eleva una columna que se ve rematada normalmente con unos elementos decorativos que suelen tener su origen en el bestiario medieval. En algunos casos, como hemos comentado anteriormente, suelen tener representados un escudo y algunos de ellos se ven coronados con una cruz, como sucede con el de Santibáñez el Alto (Cruz de la Orden de Alcántara) .



Rollo de Santibáñez el Alto

La ubicación de estas construcciones, en numerosas ocasiones, daban nombre a la zona donde se instalaban. De esta manera no nos debe extrañar la proliferación de plazas con el nombre de “Plazas del Rollo”, como sucede en Coria, donde según una fotografía recogida del libro de Publio Hurtado “ Castillos y Casas Fuertes de la Provincia de Cáceres” en la actual plaza del mismo nombre existió una construcción de este tipo y que en la actualidad ha desaparecido muy probablemente fruto del desarrollismo sesentero.




Rollo de Coria (Plaza del Rollo)

Por suerte, en otro caso, como el del Rollo de Torre de Don Miguel, éste fue rehabilitado por el estudiosos de la Villa Don Telesforo Torres, quien se encargó de buscar todas las piezas del mismo que en un huracán desperdigó por los alrededores de su ubicación original.




Rollo de Torre de Don Miguel

miércoles, 9 de diciembre de 2015

SIERRA DE GATA SARCÁSTICA

Villamiel es para mí una población especial, llevo muchos años vinculado a esa villa por diferentes motivos. La primera vez que pisé sus calles fue para visitar a una amigas que habíamos conocido en las fiestas de Acebo y de las que nos habíamos quedado prendados. Como por aquellas fechas no teníamos coches para desplazarnos hicimos lo que ya habíamos practicado en otras ocasiones, nos pertrechamos de unas mochilas y de unos sacos de dormir y nos fuimos a pasar un fin de semana a Villamiel y Trevejo.
Recuerdo como si fuese hoy mismo la entrada en ese pueblo; se respiraba en sus calles un aire de intelectualidad, no sé si porque por ellas estaba acostumbrado a transitar mi amigo Domingo Domené o porque éste había sido su primer alcalde desde la llegada de la democracia y se había encargado de conservar y recopilar todo el pasado histórico de Sierra de Gata. Yo por aquellas fechas todavía no lo conocía; aunque sin sospecharlo me encontraba muy cerca de él.
La noche la pasamos de peña en peña con nuestras amigas y a altas horas de la madrugada nos fuimos a dormir al monte, cerca del caso urbano. A la llegada del alba y ante los dolores de espalda decidí levantarme y visitar el pueblo. Al primer sitio que me dirigí fue a la iglesia, nada que ver con la catedral que tenemos en Acebo; circunvalando el entorno de la misma me fijé en dos sillares de uno de sus muros exteriores. Estuve un buen rato observándolos hasta que conseguí descifrar lo que en ellos una mano anónima había grabado con un cincel virtuoso. 






El sarcasmo del amanuense quedó de esa manera imperecedero en el tiempo y nos legó unas frases que pasados los siglos nos llaman a la reflexión más absoluta sobre nuestra presencia en este mundo de los vivos.


  

viernes, 4 de diciembre de 2015

DEMOGRAFÍA DE SIERRA DE GATA



Nuestros pueblos se mueren, llevan muchos años languideciendo ante la indolencia de las administraciones públicas que se justifican alegando que ellas han intentado fijar la población a la tierra mediante el insidioso P.E.R.
Llevo mucho tiempo atreviéndome a vaticinar que a la mayor parte de los pueblos de Sierra de Gata le quedan de vida, si la situación actual no cambia, como mucho entre quince y veinte años de vida .
En las últimas décadas se ha producido un transformación muy profunda en los diecinueve municipios de nuestra comarca y éstos han pasado de ser poblaciones agroganaderas a convertirse en inmensas urbanizaciones de viviendas de segunda residencia. Todos los años siguen emigrando de estas tierras decenas de jóvenes que continúan sin ver ningún futuro en ellas. Ese abandono paulatino ha provocado la pérdida de una riqueza etnográfica, antropológica, histórica, económica y sociológica que ha transformado el tejido social de la comarca.
Pero más allá de ese modelo implantando desde el apparatchik extremeño lo cierto es que la evolución que ha sufrido España en las últimas décadas, unida a una prolongada crisis económica que ha martilleado los bolsillos pudientes de numerosas familias serragatinas, ha provocado que las segundas y terceras generaciones de los descendientes de los primeros emigrantes serranos se cuestionen el sostenimiento económico de numerosas propiedades heredadas, que han pasado a convertirse en artículos de lujo.
Cuando muchas familias descendientes de miembros de Sierra de Gata se enfrentan ante los problemas económicos derivados de esta crisis económica no les queda más remedio que eliminar esos gastos suntuosos; que no son ni más ni menos que sostener una segunda residencia de la que sólo se hace uso al año durante veinte días; mientras que no les queda más remedio que hacer grandes cábalas diarias para hacer frente a los gastos del día a día.
Pero además se está produciendo un proceso de urbanización en toda la provincia de Cáceres que al igual que ha sucedido en otras zonas geográficas peninsulares, décadas atrás, está concentrando a las gentes de las zonas rurales en los núcleos urbanos más poblados; ya que éstos cuentan con mejores servicios al haberse visto beneficiados por un criterio sinérgico desde la administración autonómica.

   

Ese envejecimiento social de los pueblos de Sierra de Gata se ve acentuado por un desarraigo juvenil a los que a muy temprana edad se les obliga a asistir a centros educativos a cientos de kilómetros que los desvinculan de sus poblaciones de origen.
Además el amplio incremento de la motorización que ha experimentado la sociedad serragatina; así como una profunda mejora de las vías de comunicación de nuestra Comarca ha provocado una reducción del tiempo empleado para desplazarse de un lugar a otro; hecho que ha posibilitado el que alguien desde una población como Moraleja o Coria pueda gestionar una explotación agrícola-ganadera en el rincón más apartado de la Sierra.
Por otro lado el incremento de la renta per cápita de España ha dado lugar a un cambio en los hábitos de consumo. Mientras en las décadas de los años setenta y ochenta la población serragatina y sus descendientes estaban acostumbrados a pasar la totalidad de sus vacaciones en los distintos pueblos de nuestra Comarca, hoy en día prefieren pasar únicamente la semana de las fiestas locales y el resto de sus vacaciones distribuirlas a lo largo del año por diferentes sitios y países. Esto ha profundizado aún más en la crisis económica en la que están sumidas estas poblaciones y que por ende repercute en la demografía comarcal.
Tampoco se ha sabido revertir el éxodo migratorio implementando políticas migratorias que sedujesen a todos aquellos mayores jubilados, que en sus años jóvenes y al calor de la prosperidad económica que vivieron se construyeron grandes casas por los pueblos de la Sierra con la idea de retornar una vez jubilados.
Pero quizás el efecto más perjudicial al que se han visto sometidas las poblaciones de esta Comarca extremeña es el efecto de la gentrificación que han provocado durante décadas las generaciones de emigrantes cuya prosperidad económica ha favorecido un incremento de los precios de las viviendas y de los terrenos rústicos. A éstos se les han unido en los últimos tiempos los llamados Neorrurales, cuya aparición por la Sierra ha servido para encarecer aún más las viviendas y los terrenos rústicos, por algunos de los cuales estos últimos han llegado a pagar cifras millonarias.   

CASTRO DE IRUEÑA



Para mí Sierra de Gata no es sólo la parte de esa estribación montañosa que vierte sus aguas al lado extremeño. Yo siempre he defendido la integralidad geográfica de los territorios y está claro que Sierra de Gata hunde sus raíces en tierras salmantinas, extremeñas y una pequeña parte de ellas que penetran en territorio portugués.
Esa vertebración territorial la supieron ver y adaptar a su economía tanto los pueblos luso-vetones como los romanos; ya que fueron capaces de articular un primitivo sistema viario que el Imperio Romano supo conservar y mejorar, y que nos ha sido legado hasta nuestros días; puesto que buena parte de las carreteras que circundan estas tierras asientan sus cimientos sobre el trazado de esas antiguas vías de comunicación.
Durante años he leído libros sobre un primitivo asentamiento humano cercano a la población salmantina de Fuenteguinaldo. Villa charra de gran tradición taurina que sirvió de cuartel general al Duque de Wellington en su lucha contra las tropas del Gran Corso.
Este mes de septiembre me decidí a visitarla y aunque las referencias que tenía de ella no especificaban bien su ubicación, y espero que los lectores de este blog me perdonen yo tampoco voy a facilitarla para evitar el expolio al que ha sido sometida durante estos años, conseguí localizarla en lo alto de un cerro cerca del río Agueda.
Me quedé maravillado porque, aunque cuando uno visita este tipo de restos arqueológicos espera encontrarse ciudades míticas con edificios como los de Petra o Machu Pichu, pude descubrir un recinto amurallado de pizarra de unos tres metros de grosor en algunas zonas y cuyo perímetro abarcaba varias hectáreas de terreno.

 

Después de pasarme toda la mañana dando vueltas por entre infinidad de robles pude divisar los primeros resto de un primitivo edificio. Lo inmediato que apareció ante mi vista fueron los restos de unas columnas y algunos sillares de granito. A medida que me acercaba a esos restos arqueológicos me topé con varios sarcófagos labrados en granito.


Durante más de una hora estuve sentado contemplando esas maravillas arqueológicas que mis antepasados habían dejado ahí para que sus descendientes tuviésemos conciencia de la grandeza que hace siglos reinó en nuestras tierras.
Pero todo el tiempo que permanecí sentado a la sombra de esos robles y rodeado de todo ese granito labrado con gran esfuerzo e inteligencia por mis antepasados una obsesión no paraba de rondarme por la cabeza y ésta no era otra que localizar lo que algunos visitantes de este yacimiento arqueológico habían pasado a llamar la Yegüa de Irueña.

 

A pocos metros de los restos anteriores pude localizar la escultura de un inmenso toro vetón conocido por la Yegüa de Irueña y que se encontraba hundido en el suelo y partido por la mitad. A pesar del daño inflingido contra él, éste se erguía altivo desde las profundidades en las que le habían intentado sepultar algunos ignorantes avariciosos de oros y riquezas.