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domingo, 8 de noviembre de 2020

LEYENDAS DE PRINCESAS ENCANTADAS, MIRAMAMOLINES Y TESOROS OCULTOS EN LA ARABESCA SIERRA DE GATA (VI)


 


En lo más recóndito de Sierra de Gata, Félix y sus amigos jugaban como el resto de los niños de su edad. Entre travesuras, retos y juegos, que se fraguaban en lo más profundo de su imaginación, se fueron alejando del casco urbano de la población en la que vivían; hasta llegar al sitio conocido por el nombre de Las Cabeceras. Allí se encontraron de repente con la entrada a una cueva de la que jamás habían oído hablar.

Parados, cuan estatuas pétreas, frente al acceso a lo que parecía el inframundo ninguno se atrevió a articular palabra; hasta que Félix, el más temerario de todos los que integraban ese grupo de adolescentes, les propuso averiguar qué podía haber en el interior de dicha cueva.

Sin iluminación y rodeados de una oscuridad misteriosa fueron avanzando durante varios minutos a lo largo de la gruta hasta que de repente se toparon con un pequeño haz de luz  que iluminaba un diminuto rincón de la cueva.  Ese hilo de luz penetraba por un pequeño hueco del techo de la cavidad y el reflejo en las paredes rocosas de la misma desprendía un color verde esmeralda intenso. En el centro de ese lugar, casi mágico,  sobresalía del suelo una inmensa roca, que a modo de púlpito, parecía querer atraerles hasta ella.

Félix se fue acercando poco a poco mientras el resto de sus amigos le observaban con inquietud; temerosos de que en cualquier momento pudiese aparecer algo o sucederles cualquier desgracia eran incapaces de volver por donde habían venido, si no era acompañados por el coraje de su amigo.

La luz tenue parecía querer susurrarle algo al chico y con un fuerte magnetismo la gran roca que emergía del suelo le fue atrayendo hasta ella. Una vez frente a la misma, la observó respetuosamente, y mientras sus amigos tenían clavadas sus miradas en Félix, éste comenzó a moverse alrededor de la gran mole pétrea hasta que pasados varios minutos se giró y sosteniendo entre sus manos cinco enormes barras doradas gritó:

                                                               -¡Chicos somos millonarios!

Sus amigos no daban crédito a lo que veían, Félix asía fuertemente entre sus dedos cinco barras de oro. En ese mismo instante y sin que nadie diese instrucciones al respecto todos salieron corriendo de la cueva como almas que lleva el Diablo; temían que alguien les hubiese descubierto y que el dueño de ese áureo tesoro saliese tras ellos para recuperar lo que unos intrépidos chicos le habían quitado.

La carrera hacia el pueblo fue apoteósica y una vez allí dieron cuenta de su hallazgo a familiares y amigos. La noticia corrió como la pólvora e inmediatamente se presentaron en el domicilio de Félix las fuerzas vivas de Eljas, a cuyo frente se encontraba el alcalde de la localidad; que inmediatamente se encargó de requisar el tesoro y enviarlo al Gobernador Civil de la provincia para que fuese depositado en el Banco de España.

Aunque luego fueron muchos los que intentaron localizar dicha cueva e incluso Félix y sus amigos trataron de indicar la ubicación exacta de la misma, ésta jamás volvió a ser vista y tampoco se volvieron a encontrar más tesoros de este tipo en la milenaria Eljas. Son muchos los que especulan a día de hoy si aquello que les sucedió a Félix y a sus amigos es una leyenda o si realmente dieron con un tesoro que las huestes cristianas o musulmanas escondieron en una de sus precipitadas huidas.

Relato basado en la noticia aparecida en la prensa regional de la época en el año 1939

Autor: CHUCHI del Azevo

Noviembre de 2020

 

 

jueves, 25 de febrero de 2016

NOTICIAS SERRAGATINAS DE UN TIEMPO PASADO


Allá por el año 1922 unos vientos huracanados, se colaron por las altas cumbres de las estribaciones montañosas de nuestra comarca arrasando todo aquello que encontraron a su paso, especialmente los tejados de las viviendas de Eljas.
Quizás, por este motivo en 1924 los alcaldes de las localidades serragatinas de San Martín de Trevejo, Villamiel, Hoyos y Acebo decidieron que había llegado la hora de traer algo bueno a nuestras tierras, es por ello por lo que cogieron sus respectivas maletas, en las que portaban un interesante proyecto, y se desplazaron hasta Ciudad Rodrigo donde expusieron el deseo y el interés de traer el ferrocarril a este rincón apartado de la Península.
            Con este práctico medio de transporte pretendían estimular la economía comarcal que se vio seriamente perjudicada en 1933 a consecuencia de una intensa nevada que dañó a la mayor parte de los olivos y naranjos de estas tierras, cifrándose los destrozos en unos doce millones de pesetas.
A pesar de las inclemencias meteorológicas hubo personalidades de la talla de Pío Baroja que en su visita a la Sierra no pasaron de Acebo; ya que se quedaron prendados de su belleza. Otros grandes intelectuales extremeños de la talla de Publio Hurtado ya habían visitado con anterioridad nuestras tierras, y se habían hecho eco de una tradición oral que atribuía a los árabes infinidad de tesoros escondidos en las proximidades del monte Jálama. Con uno de esos áureos  hallazgos fue con el que se topó en 1939 el niño Félix Sánchez Moreno; ese magno descubrimiento se componía de cinco barras de oro con un peso total de 1,7 KG, las cuales fueron depositadas por el alcalde de Eljas en el Banco de España.
Parece ser que el oro era la obsesión en esas fechas pues en Robledillo de Gata se descubrió un yacimiento de este preciado metal que despertó el interés de los más altos dirigentes políticos provinciales de la época.
Pero si existió algo rentable en nuestra Comarca esto fue sin duda los encajes de Acebo, capital mundial del encaje de bolillos, ya en 1964 se estimaban los ingresos en esta localidad por las ventas en el resto de España de esta artesanía en diez millones de pesetas anuales. A ello habían contribuido las campañas de patrocinio que desde los Organismos oficiales se llevaban a cabo desde 1940 ( 1ª Exposición de Muestras, Mercado de Artesanía de Cáceres, Feria del Campo de Madrid, 1ª Exposición Internacional de Artesanía, Exposición de Artesanía Provincial en la Casa del Mono de Cáceres, Asamblea Provincial de Turismo, Coloquios Internacionales Caballeros de Yuste, etc…).
Isidoro Rodríguez Vázquez, vecino de Acebo, en cambio decidió no seguir la actividad comercial de muchos de sus convecinos y prefirió convertirse en el alimañero más importante de Sierra de Gata, así en 1959 ya contaba en su haber con la captura de varios lobos, los últimos, un lobo y una loba atrapados vivos con los que se presentó en Villasbuenas de Gata.
A este “Tarzán” extremeño le debieron echar bastante de menos cuando un reputado maestro y prestigioso cazador de nuestra comarca afirmó, en el año 1969 en el cuartel de la guardia civil de Hoyos, haber visto deambular por nuestros montes a una espectacular leona. El pánico, evidentemente, se extendió por entre las poblaciones serragatinas de Villamiel, Acebo, San Martín de Trevejo, Valverde del Fresno, Eljas y Trevejo. Poco tiempo después la leona resultó ser un perro de grandes dimensiones.
Esta Sierra nuestra no para de sorprendernos, esta vez con hechos y anécdotas acaecidas en el siglo pasado y de las que se hicieron eco prestigiosos periódicos de la época.


domingo, 20 de diciembre de 2015

CASTILLO DE ELJAS

El Castillo de Eljas se encuentra en pleno centro del casco urbano.En lo alto de una colina se pueden descubrir los restos de lo que fue una de las fortalezas más importantes de Sierra de Gata y que según cuentan autores como Gervasio Velo y Nieto su origen pudo ser un antiguo asentamiento prerromano. Convirtiéndose en la época del imperio de los descendientes de Rómulo y Remo en un presidio del que derivaría su actual nombre; ya que Eljas podría proceder de la palabra Ergastulum, que significaría presidio.
            Gervasio Velo y Nieto se atreve a fijar la fecha de construcción en el año 890 de nuestra era, atribuyendo la construcción de la fortaleza a los hijos del Islam.
                Durante la invasión islámica de la península  esta zona pasó a depender de lo que Gervasio Velo y Nieto define como Al-kasaribn Abú Dané (el castillo de los hijos de Abú Dané). María Ángeles Pérez recoge de un texto de al-Idrisi la siguiente cita: En el Iqlim del Castillo incluye el castillo que le da nombre: Abu Danis, Evora, Badajoz, Jerez, Mérida, Qantarat al-sayf y Coria. Puede ser que Velo y Nieto se basase en esta cita para obtener ese dato.
            Esta fortaleza les sirvió a los musulmanes como vanguardia defensiva de una de sus joyas en estas tierras que era la ciudad de Quriya; la caurium de la época visigoda donde se asentaba uno de los obispados cristianos más importantes de la península.
            Después de sucesivos ataques por parte de las tropas cristianas terminó por caer en manos de las fuerzas lideradas por Santiago Apóstol. El rey Fernando II de León se la cedió el 10 de julio de 1168 a la Orden de Alcántara, la cuál establecería en esta localidad una encomienda; aunque el maestre de esta Orden hubo de insistir en que se le reconociese la tenencia sobre esta aldea que le había dado el Rey. Además a medida que avanzaba la reconquista los distintos Maestres ganaban e incorporaban nuevas tierras a las encomiendas que ya poseían. Como le sucedió al comendador García Sánchez que obtuvo Navasfrías con un término de una legua de contorno en 1219, anexionándola a la encomienda de Eljas. Esto lo hizo el rey Alfonso IX como agradecimiento a esta orden por defender la villa de Alcántara y para que lo pudiesen hacer con suficientes recursos.
                El Rey Fernando IV (el Santo) en el año 1234 entró por tierras de La Serena apoderándose de numerosas fortalezas y villas, entre ellas se quedó con Medellín. El Maestre de la orden de Alcántara Dº Pedro Yañez la gestionó durante un tiempo hasta que el Rey Fernando IV estableció un pleito con la Orden para aclarar a cuál de los dos le pertenecía. Finalmente el Rey por quedarse con Medellín hizo un cambalache con el Maestre y le donó la aldea de Herjes, aldea de Coria próxima a la frontera de Portugal y con un importante castillo valorado en 4000 ducados a cambio de Medellín.
Otros autores dicen que la fecha en la que el rey Fernando IV dona a la O. de Alcántara  Eljas fue el 13 de noviembre de 1302.
En 1303 el maestre Gonzalo Pérez Gallego asumió la tenencia de Herjes y sus vecinos la aceptaron; quedando inscrita en el Archivo de Alcántara el 1 de enero de 1304, figurando por testigos un gran número de vecinos de Coria, Badajoz, Salvaleón, Perosín, el Azevo y pasó ante el notario de Coria Martín Martínez.
Después de que el Maestre Gonzalo Pérez hubiese desapoderado a los templarios de la villa y puente de Alcántara el Rey le  confirmó la donación de la villa de Herjes 16 de octubre de 1308.



Por todos estos datos se puede comprobar que el Maestre de la Orden de Alcántara tuvo serias dificultades para hacerse con la posesión de la aldea de Eljas; aunque al final lo consiguió.
Durante las guerras civiles que asolaron estas tierras extremeñas en el siglo XV este castillo fue tomado al asalto por el celebre señor de Peñaparda, Fernán Centeno, el cual realizó infinidad de razzias por toda esta comarca y otras aledañas. Aunque no pudo mantener esta fortaleza mucho tiempo bajo su mando; ya que estando los duques de Arévalo interesados en darle el hábito de la Orden a su hijo, y al no poder conseguir este objetivo se aliaron con el hermano de Alonso de Monroy, Dº Hernando de Monroy, y le hicieron guerra al Maestre (Dº Alonso de Monroy) en todo el territorio de la Orden de Alcántara; apoderándose de la villa de Alcántara y asediando el resto de las fortalezas; obligando de esta manera a Hernando Centeno a entregar la fortaleza de Eljas.
            En 1641 es tomado por los portugueses y cuando éstos creían que podían llegar a perderlo ante el avance de las tropas españolas; el jefe del ejército portugués, Fernán Téllez de Meneses, lo mandó derruir hasta sus cimientos. Es por ello que lo poco que se conserva es parte de su torre del homenaje, otra pequeña torre y una entrada que nos conduce a una cámara subterránea que pudo servir de almacén o de alojamiento de los soldados y parte de los cimientos de lo que fue la muralla defensiva.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

XALIMEGU



En las últimas décadas ha surgido una intensa polémica sobre la lengua que se habla desde hace siglos en los tres pueblos situados al otro lado de Jálama más próximos a la frontera portuguesa. Para unos es una lengua arcaica con fuerte influencia portuguesa e injertos de la lengua leonesa y el castellano antiguo; para otros es una lengua evolucionada de un primitivo gallego que trajeron a estas tierras emigrantes venidos del antiguo reino galaico y que repoblaron este valle con la consolidación de la Reconquista cristiana.
Yo tengo amigos y conocidos en ambos bandos; por un lado se encuentran José Luis Martín Galindo  y Antonio Corrdera y por el otro Xoxé Henrique Costas y Domingo Frades. Por más que he intentado hacer un esfuerzo para entender las razones de unos y otros sigo sin aclararme, y me temo que como a mí les está pasando a la mayor parte de los que estudiamos la Comarca, por no hablar de aquellos vecinos alejados de estas lidias.
La última polémica ha surgido entorno a una denominación que se está intentado imponer desde determinados sectores para buscar un nombre común al mañego, al lagarteiro y al valverdeiro y que han decidido que sea XALIMEGU. 
En el mes de septiembre mi amigo Gustavo me llevó a cenar a Casa Laura en Valverde del Fresno. Este local había ganado de nuevo el premio a la tapa de Sierra de Gata y tuvieron la gentileza de abrir sus puertas en exclusiva para nosotros; ya que al día siguiente se iban de vacaciones. Mientras cenábamos el dueño departió con nosotros y nos enseñó la primera carta de restaurante escrita en valverdeiru, pero además nos obsequió con un tarro de mermelada de moras casera elaborada por ellos. Me fijé en la etiqueta y al leerla me surgió la duda sobre el nombre de la marca que habían adoptado; al pedirle que me aclarase si ese nombre de la marca se refería a la última tendencia para denominar a la lengua de esos tres pueblos de Sierra de Gata, el gerente de Casa Laura me aclaró que XALIMEGU era un acrónimo inventado por ellos que significaba Xálima, mermelada, groumet. Me quedé sin palabras sinceramente, el nivel de esperpento al que se está llegando sobre este tema parece no tener fin. 
En todo este tiempo que llevo visitando Sierra de Gata he tenido una suerte y una desgracia. La fortuna fue cuando en una excursión que realicé cuando tenía dieciséis años, junto a unos amigos al pueblo de San Martín de Trevejo para visitar a unos liges que nos habíamos echado, pude escuchar por primera hablar en Mañego; una lengua que me maravilló por su dulzura y su templanza, muy alejada de la sonoridad altanera de la lengua del pueblo de mis antepasados.
La desgracia la he vivido en los últimos años cuando he contemplado impotente como desparecía la lengua leonesa en Acebo y en otros municipios serranos de los alrededores; la emigración, la influencia de los medios de comunicación castellanos, la aculturación, la influencia de una escuela castellanohablante, el desprecio de esa lengua por la clase social adinerada y por la intelligentsia local, así como unas vías de comunicación que han abierto la Comarca al mundo es lo que ha acabado con esta lengua centenaria en tierras extremeñas.