En un paraje
de Villasbuenas de Gata, que se conoce desde antiguo por el nombre de Púlpito
de los Lobos, la tradición oral asegura que existe bajo tierra una gran
bóveda sujetada por cuatro colosales áureos guardianes sarracenos. En el centro
de estos cuatro seguidores del Profeta hay una escandalosa cantidad de monedas
de oro; que aquéllos que la han visto se lamentan de no poseerla.
Allá
por 1884 ó 1885 algunos vecinos de Sierra de Gata, que habían escuchado el
relato a los que aseguraban haber estado en esa bóveda, decidieron constituir
una sociedad para la localización de ese magno tesoro. Como no sabían la
ubicación exacta se pasaron varios meses cavando por aquí y por allá, hasta que
decidieron contratar los servicios de un enigmático zahorí. Éste con sus
herramientas encantadas les indicó, a los miembros de la Sociedad, el lugar
exacto donde se encontraba el preciado tesoro.
Pero
antes de que comenzasen a cavar les advirtió que dicho tesoro se encontraba a
una profundidad de unos pocos metros de la superficie del lugar, por lo que su
localización no era muy difícil. Aunque debían tener en cuenta que si durante
el tiempo que transcurriese la búsqueda alguno de ellos dudaba de la existencia
del mismo, éste se hundiría de nuevo en una distancia similar a la que se encontraba
actualmente.
Los
asociados cavaron, y cavaron, y los meses transcurrieron; y allí no aparecía
ningún objeto de oro. Decidieron realizar una última prospección y juraron por
lo más Sagrado que nadie dudaría; así estuvieron otro mes y el Tesoro siguió
sin aparecer. En ese momento comenzaron los reproches entre unos y otros; con
acusaciones de falta de Fe. Al poco de comenzar las recriminaciones, a uno de
ellos le dio por pasar a las manos, y la tangana que se lío llegó a tal punto;
que la única recompensa que obtuvieron estos Buscadores de Oro fue un sin fin
de huesos quebrados, y algún que otro punto de sutura en sus tercos cráneos. Además
la Sociedad la tuvieron que disolver, y los hasta entonces asociados dirimieron
sus diferencias en los Juzgados de la Ciudad de Plasencia.
La
avaricia les dejó en la ruina y con el cuerpo molido a golpes, además de
convertirse en motivo de chanza durante años en aquellas poblaciones donde
residían.
Leyenda basada en el relato de Dº Publio Hurtado recogido en el libro Supersticiones Extremeñas. Pp. 150-151
Autor: CHUCHI del Azevo
Febrero 2012
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