Cuenta la tradición oral que
durante los miércoles, jueves y viernes de Pasión sale de su refugio
subterráneo, situado entre las inmensas moles graníticas ubicadas en la parte
más occidental de Sierra de Gata, conocidas por el sobrenombre de Torres de
Hernán Centeno, la hercúlea y encantada nieta del fiero y temido gigante
Fierabrás.
En
esas tres noches, a la luz de las estrellas, todos aquéllos que se han atrevido
a aguardar la aparición de esta hermosa y fornida Princesa moruna han observado
con gran asombro como el entretenimiento preferido de esta noctámbula vecina
nuestra consiste en jugar a los malabares con esas Rocas Caballeras que adornan
ese hermoso paisaje de nuestra querida Sierra de Gata.
Es
tal la velocidad que llegan a tomar esas titánicas rocas al ser arrojadas al
espacio por las fornidas manos de la misteriosa Princesa, que más de uno de
esos intrépidos “vouyers” nocturnos han huido a toda velocidad por entre los
intrincados riscos y tupidos matorrales por miedo a ser alcanzados por alguna
de esas ciclópeas rocas.
Una vez finalizado ese periodo de tiempo nuestra misteriosa Princesa deja en su lugar sus objetos de juego y regresa a su acostumbrado refugio en el que espera la llegada de algún apuesto Príncipe, que la libere del encantamiento al que fue condenada en los albores de los tiempos, cuando la humanidad no habitaba estas tierras.
Leyenda basada en el relato de Dº Publio Hurtado recogido en el libro Supersticiones Extremeñas. Pág. 73
Autor: CHUCHI del Azevo
Febrero de 2012
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