Junto a la
fuente, en la que fue esculpida el águila Bicéfala del escudo de Carlos I como
agradecimiento por el apoyo a la Corona de la leal Villa de Gata en la guerra
contra los Comuneros, Guerra Hontiveros observaba como los voluntarios de la
milicia gateña preparaban sus pertrechos, con el objetivo de acudir a la
llamada de auxilio lanzada por el Mariscal de Campo, Andrés Pérez de Herrasti, quien
se encontraba sitiado en Ciudad Rodrigo por la tropas francesas.
El día
anterior no fueron necesarios grandes discursos, ni palabras emotivas para estimular
la adhesión a la milicia gateña. Los vecinos, jóvenes y mayores, ardían en
deseos de venganza. Quien más, quién menos había sufrido en sus carnes los
desmanes de los gabachos; y si uno se daba una vuelta por la población, los
rescoldos de las casas incendiadas y de los templos sagrados todavía se
encontraban vivos.
Guerra
Hontiveros era consciente de que esta convocatoria llegaría más tarde, o más
temprano; sobre todo, desde que meses atrás había mantenido una reunión
clandestina a las afueras de Gata con el Empecinado y el Cura Merino; en la que
le anticipaban el duro enfrentamiento que se libraría en Ciudad Rodrigo con el
apoyo de tropas británicas y portuguesas.
Alzó la vista
a lo lejos y divisó un borrón en el horizonte, eran los restos de la Torre
Almenara, pensó por un instante en aquellos aguerridos caballeros de otros
tiempos que parapetados tras los muros de esa torre defendieron hasta el último
instante esa posición de las razzias de ejércitos foráneos. Acto seguido se
incorporó y con voz atronadora dio la orden de ponerse en marcha y de
despedirse de los familiares.
Las mujeres
entre sollozos abrazaron a padres, hijos y hermanos, mientras los más pequeños
jugaban entre las piernas de los adultos a franceses y españoles con espadas y
escopetas de madera.
Pocos
regresarían de aquél enfrentamiento, tan sólo el insigne Jefe de la Milicia
Gateña junto a unos cuantos leales, quienes jamás perdonarían a los ingleses, y
en especial al Duque de Wellington, el que en el último instante les dejasen abandonados
a merced de las tropas imperiales; impidiendo al general británico Robert
Craufurd, quien se encontraba en Gallegos, el que partiese para auxiliar a las
tropas españolas que defendían a sangre y fuego la fortaleza inexpugnable de Ciudad
Rodrigo.
Autor: CHUCHI del
Azevo
Guerra
Hontiveros “relato basado en la obra de Guerra Hontiveros “la villa de Gata”
Marzo de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario