Nadie, o casi nadie los ha visto y sin embargo forman parte de la tradición
oral de algunas localidades de nuestra comarca.
Según lo que ha llegado hasta nuestros días los Ensabanaos eran personas que en un
momento dado habrían realizado alguna promesa de carácter religiosa por algún
motivo desconocido.
Oculta la personalidad de estos penitentes bajo
una gran sábana blanca, y guiados en la oscuridad de la noche por la luz de un
pequeño farol, a la vez que se protegían con un gran bastón o porra, estos
personajes anónimos se dedicaban a recorrer algunas calles de los núcleos
urbanos evitando encontrarse con sus convecinos, hasta llegar al destino fijado
en su penitencia.
Si en algún momento
alguien intentaba identificarles ellos defendían su anonimato con todos los
medios a su alcance; por este motivo, y por el secretismo que les envolvía, la
mala fama pronto se cebó en ellos.
Por lo general solían aparecer en épocas de
grandes celebraciones religiosas o en fechas de gran exacerbación católica.
Esta figura de un gran valor antropológico está
muy cercana a todos esos ritos y rituales que se viven durante
Su figura también sirvió para atemorizar a mujeres
y niños, al igual que se hacía con otros seres de nuestra mitología
serragatina.
Se cuenta la anécdota de un tabernero de una
población de la comarca que en un momento de descanso, en una noche estival de
las fiestas patronales de agosto, fue interrumpido su estancia en el mundo de
Morfeo por la aparición en su local de dos Ensabanaos.
Debió ser tal el susto que se llevó este trabajador del Dios Baco que estuvo a
punto de caerse de la silla en la que dormitaba; una vez recuperado de tan
traumática visión desempolvó su escopeta de caza y salió como un poseso por las
calles de la localidad para dar caza a uno de esos ejemplares de esa mítica
especie serragatina, que a buen seguro sería digno de estar en su sala de
trofeos.
Autor: CHUCHI del Azevo
Acebo 2009
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